Desde que hace años hice una peregrinación a Polonia, a todos los lugares vinculados con el Papa San Juan Pablo II, me ayudó a profundizar en esta devoción de los tiempos modernos, que expresa lo que el Corazón de Jesús desde el primer viernes santo de la historia ha invitado y es a mirar ese Corazón traspasado del que sale “sangre y agua” y también queda reflejado en la Divina Misericordia. Es el momento en que el Cenáculo envía a los Apóstoles al perdón de los pecados (reflejado en el cuadro) y que une inseparablemente la Divina Misericordia con su perdón ofrecido incansablemente. Es el envío a un mundo necesitado de redención.
San Juan Pablo II que expresó sin citarla en “Dives in Misericordia” la profundidad teológica de esta devoción, promulgó su celebración litúrgica el Segundo Domingo de Pascua.
Sabiendo la profunda identidad que existe entre el Corazón de lo que es la Divina Misericordia, que nos ama con un corazón humano, destacaría tres aspectos en las revelaciones privadas que tuvo la religiosa Santa María Faustina Kowalska en una Polonia atormentada por la guerra, en un tiempo de campos de concentración y de desprecio a la vida y a la más elemental
dignidad humana.
1. La Divina Misericordia es el Hijo Amado del Padre. Si el Corazón de Jesús subraya el Corazón Redentor de Cristo, persona divina que nos ama con un corazón humano, la Divina Misericordia hace siempre que, el Hijo amado del Padre, en la Trinidad, sea donde se sitúe esta revelación que subraya a la segunda persona de la Trinidad, el Hijo que es la Divina Misericordia y que es un bálsamo, que cura los corazones desgranados y agobiados por la vida.
La Divina Misericordia es respuesta a un mundo que vive inserto en todos los dramas y conflictos.
2. La Divina Misericordia nos cita en su pasión “por su dolorosa pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero”. Mientras que el Corazón de Jesús, es el Resucitado presentando sus llagas, en la Divina Misericordia subraya la Pasión y el Perdón en el momento de la Pasión, donde el Hijo pide al Padre por su poder misericordioso, al servicio de una humanidad herida y necesitada de la Redención de Cristo.
El momento de la pasión de Cristo, a las tres de la tarde, la devoción de la Divina Misericordia nos invita con el rezo de “la coronilla” que se nos recuerda como una oración poderosa en el momento de su muerte, también cada Viernes Santo la Iglesia en la liturgia, con la oración de los fieles, más larga y más completa del año, se pide por todo, porque sabe que todo lo que se le pide al Padre en su nombre nos lo concederá.
3. Se sitúa esta moderna devoción en momentos de graves crisis, es una devoción para tiempos difíciles. Es la devoción de los tiempos difíciles, que surgen en el contexto de la 2ª Guerra Mundial, en Cracovia, cerca del campo de concentración de Auschwitz y en una sociedad que se desangraba por el odio y por el desprecio a todo lo verdaderamente humano. Es la manera de responder a un mundo que cada vez está más necesitado de la Misericordia Divina y cada vez se cierra más en sí misma y tiene menos solución a sus grandes problemas. Volver a la luz que sale de su Corazón y beber del Agua Viva, que también se refleja en su costado vivo y resucitado es la respuesta a tantas situaciones, que sin Jesús no tiene sentido.
En el Segundo Domingo de Pascua, la liturgia al celebrar la Divina Misericordia, nos invita a vivir el gozo de la Pascua, en medio de no pocas dificultades, pero subrayando la esperanza… “Resucitó de veras mi amor y mi esperanza”.
+ Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo
Primado de España