Queridos hermanos y hermanas:
El año 1995 el papa Juan Pablo II instituyó la Jornada de la Vida Consagrada que cada año celebramos el 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. En aquella ocasión, decía el Papa que la Jornada quería ayudar a toda la Iglesia a valorar el testimonio de quienes han decidido seguir a Cristo mediante la práctica de los consejos evangélicos y que, además, quería ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos de su entrega al Señor.
En consonancia con la sensibilidad y el magisterio eclesial del papa Francisco, la XXV Jornada de la Vida Consagrada lleva por lema este año “La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido”. De esta manera, la Jornada quiere hacerse eco de la especial condición dolorida de nuestro mundo sometido a esta pandemia tan agresiva, así como de la especial misión de las personas consagradas, como signo visible de la cercanía del Padre para con todo ser humano.
La Jornada de la Vida Consagrada de este año hemos de vivirla a la luz de la parábola del Buen Samaritano que el papa Francisco ha puesto en el frontispicio del mensaje de la Iglesia en su última Encíclica, Fratelli tutti, como faro y horizonte para toda la familia eclesial y humana.
Os invito a releer, pensando en el mensaje de esta Jornada, las hermosas páginas de la encíclica Fratelli tutti con los ojos de quienes queremos soñar con el Papa Francisco la realidad de un mundo fraternal. Vosotros, los consagrados y consagradas de nuestra Diócesis de Tui-Vigo, sabéis muy bien lo que es luchar cada día por la dignidad de la persona humana y sabéis muy bien que vivimos en medio de un mundo herido y conocéis mejor que nadie las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
La encíclica Fratelli tutti es una fantástica llamada del Papa a la Iglesia y a toda la humanidad. Hay que seguir luchando por un mundo más fraterno, no podemos perder la esperanza en medio de esta gran aventura. Pero el Papa nos recuerda también que no se puede luchar solos, aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a seguir hacia adelante.
Celebraremos esta Jornada unidos en el corazón y, en la medida en que se pueda, nos juntaremos para estar visiblemente unidos. Es muy importante estar juntos y lo sabemos bien por tanto tiempo que llevamos retenidos por la Covid-19.Rezo por todos vosotros y me siento especialmente unido a los que en esta pandemia estáis pasando por momentos de especial dolor.
Con todo mi afecto,
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo