Queridos diocesanos:
En la Encíclica “Laudato Si”, el Papa Francisco nos invita a buscar las raíces éticas y espirituales de los problemas medioambientales. El recurso a la ciencia y a la técnica puede ayudar a detectar los síntomas, pero nunca alcanza la raíz de estos problemas, que reside en actitudes fundamentales del espíritu humano.
Una de las raíces éticas y espirituales de la crisis ecológica es la actitud del hombre ante la naturaleza. En lugar de mantener una mirada contemplativa, el ser humano se muestra despótico y autoritario con la naturaleza, a la que quiere controlar para que se doblegue a sus propósitos. A la razón moderna, que es objetivante y analizadora, sólo le interesa experimentar y controlar la realidad. Pero esta actitud provoca la desolación de la naturaleza, las mutaciones irreversibles del hombre (técnicas de manipulación genética) y la destrucción del planeta Tierra como espacio vital del hombre.
También se degrada el medio ambiente cuando el ser humano se pone en el centro, sin advertir que no puede actuar como un dominador absoluto, sino que debe respetar la estructura de la naturaleza y los límites que ésta le impone. Cuando el hombre se cree el centro, lo subordina todo a sus intereses inmediatos. Esta lógica le conduce a buscar el mayor beneficio en todo y lleva
consigo tanto a la explotación de las personas como a la degradación del medio ambiente (cf. LS 123).
Otra raíz del problema ecológico está en la confianza ciega en los avances técnicos. El ser humano con su inteligencia ha hecho posible extraordinarios avances técnicos (en medicina, ingeniería, comunicaciones,…). pero el enorme poder que la técnica otorga al hombre puede volverse contra él. La técnica puede crear bombas potentes y sofisticadas, que se vuelven contra el ser humano y contra la naturaleza. Puede también manipular genéticamente al hombre o las especies naturales. El crecimiento técnico tiene que ir acompañado de un crecimiento en conciencia, responsabilidad y valores (cf. LS105). Los objetos que produce la técnica no son neutros. Los problemas se presentan cuando dejamos de pensar en los fines de la acción humana (cf. LS 61).
A esto va unida la ilusión de que es posible un crecimiento infinito e ilimitado. Se piensa que la técnica da poder al hombre para lograr que la naturaleza le obedezca y crezca la riqueza sin límites. Se trata –dice el Papa- de “la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a estrujarlo hasta el límite y más allá del límite” (LS 106). Hemos de ser conscientes de que los recursos son limitados y también la posibilidad de crecimiento.
Hacer frente a los problemas medioambientales y a sus consecuencias en el ser humano exige un cambio en la manera de situarnos ante el mundo con el fin de tener una visión más amplia e integradora del mismo. No bastan las soluciones técnicas. Necesitamos hacer frente a las raíces espirituales de los problemas, con el objetivo de promover un “desarrollo humano, sostenible e integral” (LS 18).
† Francesc Conesa Ferrer
Obispo de Menorca