Estos días de atrás muchos me habéis preguntado sobre el inicio de curso escolar, quiero en estas líneas trasmitir mi cercanía a todos, especialmente a todos los profesores y, por supuesto, a los que sois católicos y cuantos desde la clase de religión ayudáis a dar sentido a la actual situación de pandemia. Mi saludo lleno de afecto a todos los centros educativos, a todas las escuelas católicas, los colegios diocesanos, y principalmente a los alumnos y a las familias.
El nuevo curso se nos ha presentado a todos lleno de incertidumbres, nos preguntamos como evolucionará la pandemia y sentimos temor; al igual que los apóstoles en el mar de Galilea, pedimos al Señor que nos salve. Sin su presencia parece que no tenemos fuerza para bregar mar adentro y navegar por este curso con cierta tranquilidad, por ello quiero compartir con vosotros estas claves para el curso que hemos comenzado.
La primera clave es recordaros que sois artesanos del futuro de nuestros niños y adolescentes, como dijo el Papa a los educadores. Vuestro trabajo en las aulas forma intelectualmente a los estudiantes y como maestros acompañáis el crecimiento personal de los alumnos, siendo un modelo de vida para ellos y educando sus inteligencias y sus corazones. Este curso, que es diferente, también necesita de vuestra presencia y de vuestro calor en las aulas. Todos estamos llamados a observar las necesarias medidas de seguridad e higiene que nos marcan las autoridades, pero también vosotros tenéis una tarea irrenunciable en la formación de las futuras generaciones que necesitan de vuestra presencia y cercanía entre los alumnos; por ello confiando en la palabra de Jesús, os invito a no tener miedo y seguir trabajando en favor de nuestra sociedad.
La segunda clave nos la da nuestro plan pastoral: “Vosotros sois sal de la tierra y luz del mundo”, este lema del curso y el titulo de la carta que he dirigido a toda la diócesis, y es una clave muy importante para vuestro trabajo como comunidad educativa en la archidiócesis de Toledo. Uno de los objetivos de este curso 2020-2021 es el diálogo entre la fe y la cultura. La escuela es un ámbito propicio para este diálogo, y os invito durante este año a profundizar en el conocimiento y en la historia de nuestra Iglesia diocesana. Las nuevas tecnologías nos permiten a todos acercarnos de forma virtual a los diversos lugares que han sido y son fuente de vida y cultura para nuestros pueblos, y nos permiten conocer la vida entregada de tantos hermanos que ayer y hoy han hecho del evangelio su forma de vida: sacerdotes, religiosos, familias, todos ellos movidos por el Señor quieren transformar nuestra sociedad siendo sal y luz. La comunidad educativa, especialmente los docentes, está llamada a vivir de forma coherente para ser sal y luz que dé sabor e ilumine y lleve al conocimiento del amor de Dios, a través de las diversas manifestaciones culturales y sociales de nuestra comunidad diocesana.
La tercera clave es la esperanza. La escuela en general, y la católica en particular, los profesores, maestros católicos y las familias, estamos como los apóstoles esperando el don del Espíritu junto a María, la madre de Jesús. Este año es año jubilar guadalupense y, aunque la pandemia nos está impidiendo peregrinar de forma masiva a la casa de la Madre, todos podemos invocar a María, esperanza nuestra, y poner en sus manos las personas que comparten las aulas con nosotros; ella nos cuida y nos alienta a seguir el camino de Jesús, su hijo.
Hemos comenzado un nuevo curso y quiero invitar a familias, profesores, comunidades educativas a que todos seáis testigos en vuestro trabajo diario del amor de Dios y de la alegría del evangelio. Recibid mi bendición.
+ Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo
Primado de España