El anuncio del Evangelio tiene una dimensión global y se proyecta sobre todas las naciones, sobre todos los pueblos. Estamos invitados a decirlo así con las palabras del salmista «Contad a las naciones su gloria, contad en todos los pueblos sus prodigios». Podemos hacerlo porque nosotros ya hemos sido agraciados con el contenido de este anuncio y estamos contentos de proclamarlo a los cuatro vientos, sin miedo y con la firme convicción que el encargo de Jesús «id y predicad…, yo estoy con vosotros cada día hasta el fin del mundo» está vigente más que nunca y nos merece toda la confianza.
De esta globalidad del anuncio misionero que se proyecta a toda la humanidad tenemos el ejemplo más reciente con el papa Francisco, el cual acaba de hacernos el regalo de su tercera encíclica «Fratelli tutti», llena de la radicalidad social y ética que nace del Evangelio, atenta al momento de enfermedad pandémica que el mundo sufre y que contagia sin diferencias de niveles económicos, sociales, étnicos o religiosos. El papa, en estos momentos Francisco, considerado el único referente ético universal, da auténtica actualidad al Evangelio para responder a los retos del momento presente. No hay nada de la vida humana en todas sus vertientes familiar, profesional y laboral, social, educativa, económica o política que sea extraño al mensaje que Jesús ha dirigido y sigue dirigiendo a la humanidad. Momento oportuno, este, porque la voz del papa Francisco sea ocasión de reflexión y práctica para la comunidad cristiana, para los cristianos inmersos en la realidad secular y para tantos hombres y mujeres que, a pesar de no compartir unas mismas creencias, su buena voluntad los mueve a incluir idénticos valores de raíz evangélica. Estamos invitados a adentrarnos en ella y difundirla.
Todo seguidor de Jesús es «misionero por vocación». La encíclica papal «Fratelli tutti» inspirada en san Francisco de Asís, manifiesta esta vocación y se dirige a todo el mundo. Lo que hace –como dice al inicio– es «proponer una forma de vida con sabor evangélico», donde declara «feliz a quien aprecia el otro, tanto a su hermano cuando está lejos como cuando está cerca de él». No podemos callar de ninguna forma aquello que resuena en nuestro corazón como Buena Noticia; callarlo significaría que la fe para nosotros no tiene sentido ni vive su dimensión misionera. Que bien si el ánimo que nos infunde el testimonio del papa Francisco con su palabra y sus constantes gestos, nos lleva a conocer todo el contenido de esta nueva encíclica que quiere activar nuestra fraternidad con la caridad política y social como verdadera conversión a Jesús y al Evangelio.
Desde la vuestra y nuestra tierra de Mallorca, un abrazo fraternal a todos los misioneros y misioneras, junto con nuestra oración y el agradecimiento por vuestro testimonio evangélico.
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca