Francisco ofreció su habitual comentario del Evangelio dominical (cfr. Mt 22,15-21) que en esta ocasión relata cómo Jesús afronta la hipocresía de sus adversarios respondiendo sabiamente a la pregunta insidiosa que le habían lanzado para ponerlo en una situación difícil y desacreditarlo ante el pueblo.
«¿Es lícito pagar tributo al César, o no?» (v. 17).
Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios
«En aquel tiempo, en Palestina, el dominio del imperio romano era mal tolerado, también por motivos religiosos», explicó el Papa haciendo hincapié en que para la población, el culto al emperador, «subrayado incluso por su imagen en las monedas, era una injuria al Dios de Israel».
Asimismo, el Santo Padre indicó que con esta respuesta, Jesús se sitúa por encima de la polémica: «Por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe la propia existencia».
Edificar la civilización del amor
En este punto, Francisco destacó que de esta sentencia de Jesús, «no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también emergen orientaciones claras para la misión de los creyentes de todos los tiempos, incluidos nosotros hoy».
Al respecto, el Papa aseveró que de aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: «hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad».
En la dignidad humana está impresa la imagen de Dios
Antes de despedirse, el Santo Padre pidió a María Santísima que nos ayude a huir de cualquier hipocresía, a ser ciudadanos honestos y constructivos.
«Y que nos sostenga a nosotros, discípulos de Cristo, en la misión de testimoniar que Dios es el centro y el sentido de la vida», concluyó Francisco deseando a todos los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro un buen almuerzo e impartiendo su bendición apostólica.
(Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano, vaticannews.va)
La liberación del padre Maccalli y el futuro de Libia en el corazón de Francisco
Tras rezar la oración mariana del Ángelus, el papa Francisco recordó que el domingo 18 de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones con el tema: «¡Aquí estoy, envíame! Tejedores de la fraternidad».
Esta palabra «tejedores» es hermosa, dijo el Santo Padre, subrayando que todo cristiano está llamado a ser un tejedor de la fraternidad, «de manera especial, los misioneros y misioneras -sacerdotes, laicos, hombres y mujeres consagrados- que siembran el Evangelio en el gran campo del mundo están llamados a ser tejedores de la fraternidad. Recemos por ellos y démosles nuestro apoyo concreto».
Gracias a Dios por la liberación del Padre Maccalli
Asimismo, en el contexto de las misiones, el Pontífice dio gracias a Dios por la tan esperada liberación del Padre Pierluigi Maccalli, que fue secuestrado hace dos años en Níger.
«Lo saludamos con este aplauso y también nos alegramos porque otros tres rehenes fueron liberados con él. Seguimos rezando por los misioneros y catequistas y también por los perseguidos o secuestrados en varias partes del mundo», expresó Francisco.
Rezar por el futuro de Libia
Por otra parte, el Pontífice dedicó unas palabras de aliento y apoyo a los pescadores que llevan retenidos más de un mes en Libia y a sus familias. «Que encomendarse a María, Estrella del Mar, les permita mantener viva la esperanza de poder abrazar pronto a sus seres queridos».
El Papa también rezó por las diversas conversaciones que se están llevando a cabo a nivel internacional, con el fin de que sean relevantes para el futuro de Libia.
Un saludo para la comunidad peruana de Roma
Finalmente, Francisco saludó a todos los peregrinos, llegados de Roma y de tantos otros países.
En particular saludo y bendigo con afecto a la comunidad peruana de Roma reunida aquí con la venerada imagen del Señor de los Milagros. Un aplauso a la comunidad peruana. También saludo a los voluntarios del Ente Italiano Tutela de Animales y Legalidad.
Finalmente, el Santo Padre se despidió de todos ellos, deseándoles un buen almuerzo e impartiendo su bendición apostólica.
(Ciudad del Vaticano, vaticannews.va)