Querer correr el riesgo de ir solo o decidirse por la confianza de ir acompañado nos mueve a tomar la decisión que dará calidad al viaje. San Pablo ya animaba a ser personas de buen trato, poniendo una buena base humana a lo que el papa Francisco llama «la cultura del encuentro». Esto implica: respeto al otro, verlo como alguien que me pertenece, alguien que es un don para mí y que yo lo soy para él, voluntad de diálogo, capacidad de escucha, cercanía, todo un arte de relación interpersonal que nos dignifica.
Por eso, hagamos que la mirada vaya dirigida a atender y acompañar integralmente a las personas en situación de exclusión o vulnerabilidad. La mirada es de los ojos, pero la luz que proyecta le viene del corazón, el corazón de una persona que acoge porque ama y con los ojos de la fe ve en el otro la imagen de Dios y, así, va creciendo y descubriendo su semejanza. Esto es posible desde que Jesús ha atendido a los enfermos, los pobres, los pecadores, los excluidos. Él, que es imagen de Dios invisible, ha dejado bien claro que es a través de los pobres y de los sencillos que se le encuentra vivo: «Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis »(Mt 25,40).
He aquí hacia dónde debe dirigirse nuestro compromiso personal y colectivo de caridad y justicia social en el marco de nuestra Iglesia de Mallorca. Siguiendo con las acciones de siempre, tendremos que afrontar la aparición de nuevas y severas pobrezas, lo que pedirá introducir iniciativas de economía social y solidaria, convencidos de que se trata de hacer realidad un nuevo modelo al servicio de la dignidad humana. Trabajando al unísono Cáritas Diocesana, las Cáritas parroquiales y con tantas personas de buena voluntad, nos disponemos a compartir un mismo viaje.
Viajando juntos es más fácil que nos ayudemos y nos propongamos sensibilizar, concienciar y movilizar a otros cristianos y a la sociedad en general para generar un compromiso activo. El próximo domingo, Día de la Caridad, lo viviremos especialmente en la Eucaristía celebrando la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Lo tendremos como compañero de viaje y será el alimento que nos mantenga en forma. La «cultura del encuentro» encuentra en Jesucristo la máxima expresión y vivencia que se irradia hacia el encuentro con los otros, hasta sentirlos vivamente como hermanos.
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca