Mons. Sebastià Taltavull A veces hemos oído aquello de que tenemos dos orejas y una boca para que escuchemos más y hablemos menos. La comunicación, como el diálogo, es un arte que empieza por un ejercicio importante que es querer y saber escuchar. Por eso, también, es importante el silencio como actitud interior y espacio exterior, ya que nos da la posibilidad de atender y entender todo lo que se percibe por la comunicación.
Hace un tiempo, el papa Francisco ya nos decía que «no es suficiente pasar por las “calles digitales”, es decir, estar conectados: es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro. No podemos vivir solos, encerrados en nosotros mismos. Necesitamos amar y ser amados. Necesitamos ternura. Las estrategias comunicativas no garantizan la belleza, la bondad y la verdad de la comunicación. El mundo de los medios de comunicación no puede ser ajeno a la preocupación por la humanidad, sino que está llamado a expresar también ternura. La red digital puede ser un lugar rico en humanidad, no una red de cables, sino de personas humanas. El compromiso personal es la raíz misma de la credibilidad de un comunicador».
Ahora, en el mensaje de este año en la Jornada de las Comunicaciones Sociales, dice que «en el proyecto de Dios, la comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión. El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien y la belleza. Es capaz de explicar la propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos».
El problema llega cuando las noticias falsas y malintencionadas inundan con su veneno el ámbito humano de cualquier encuentro. «Las noticias falsas —dice Francisco— revelan la presencia de actitudes intolerantes y hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio». Por ello, hace un llamamiento a hacer realidad un periodismo de paz, un nuevo arte de la comunicación, que debe ser nuestro buen hacer de cada día.
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca