Mons. Jaume Pujol La festividad de los santos Fructuoso, Augurio y Eulogio, que celebramos cada año el 21 de enero, coincide esta vez en el calendario con el domingo, el día del Señor. Esta coincidencia puede servir para resaltar la identificación de nuestros primeros mártires con Jesucristo en la entrega de sus vidas.
Cuando llegué a Tarragona como arzobispo tuve ocasión de profundizar en lo que supone de importante que del lejano martirio del obispo Fructuoso y sus diáconos quedara constancia fidedigna en las actas martiriales más antiguas que se conservan en la Península Ibérica.
Según ellas, el 16 de enero del año 259, bajo la persecución del emperador Valeriano, el gobernador de Tarraco ordenó la detención del prelado y sus ayudantes, iniciándose así unos días de encarcelamiento que culminaron con su condena a la hoguera y sacrifico público de sus vidas en la arena del anfiteatro.
Es lógico que, como sucesor de San Fructuoso, haya sentido una especial emoción cada vez que he visto representar la magnífica obra dramática escrita en su día por Andreu Muñoz Melgar, y que diera muchas gracias a Dios por la celebración del Año Jubilar que fue concedido por la Santa Sede, gobernada entonces por el Papa Benedicto XVI, con motivo del 1.750 aniversario del martirio.
Durante aquel año, del 21 de enero de 2008 a la misma fecha del 2009, se celebraron misas jubilares, congresos, conferencias, conciertos y se editaron guías para los muchos peregrinos que vinieron de todas partes a ganar el jubileo. Recuerdo aquellas fechas, de hace diez años, los proyectos sociales que pusimos en marcha, la divulgación en las escuelas, el álbum de cromos y tantas iniciativas en las que se volcó la población de Tarragona.
No quiero con ello dejarme llevar por la nostalgia, sino invocar estos hechos para la celebración de nuestros primeros mártires, y hacerlo con un mensaje de futuro: animar a todos a imitar la fe de aquella primitiva cristiandad en nuestras tierras.
No debían ser muchos los cristianos en Tarraco, pero fueron fieles, y ya pensaban en extenderse, según el mandato de Cristo de «id y enseñad a todo el mundo.» A esta vocación de propagar el Evangelio responde la frase del obispo al soldado Félix: «Debo tener en el pensamiento a la Iglesia Católica, de Oriente a Occidente.»
En estos siglos transcurridos, otros muchos mártires, como los del siglo XX que fueron glorificados en Tarragona en 2013, nos dieron ejemplo de firmeza en la fe y afán misionero. Que seamos dignos, en nuestra vida diaria, de un ejemplo tan glorioso.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado