Mons. Francisco Cerro Existen tres maneras de vivir la Navidad. Tiene sus repercusiones en nuestra vida concreta. No se puede improvisar. La Navidad será del color que tú tengas el corazón. La Navidad es vida.
- Navidad de los indiferentes. Aquellos a los que la Navidad nos sólo les parece una fiesta más aburrida y donde tenemos que aguantar el latazo de los encuentros familiares. Ni les llega el mensaje, ni las calles adornadas. No sólo pasa por su vida sino que está deseando que termine porque hace tiempo que su mensaje terminó en su corazón.
- Navidad de los nostálgicos. Son fiestas que les recuerda y les hace sentir nostalgia de tantos recuerdos familiares, de personas que ya no están, de familiares que no ven, de familia que ya no es como antes. Son unas Navidades que pueden tocar lo mejor o lo peor de las fibras sensibles del corazón humano. Nos quedamos en el cascarón, en lo externo, en el envoltorio de la Navidad. Es la Navidad superficial de los que no llegan ni han llegado a captar el contenido esencial de las fiestas probablemente más universales en el mundo y que se celebran prácticamente en todas las culturas. Tuvo mucho acierto esta celebración porque esta fiesta se hizo cultura, se abrió a la sociedad, se hizo familia y también se hizo una excusa para el encuentro, para el banquete, el regalo, la felicitación.
- Navidad cristiana. Es quien vive la Navidad en su profunda expresión cristiana. Quien se cree el mensaje. La alegría del Don de Dios viviendo este misterio y que con Jesús en Belén se nos repite que todo lo humano es digno de ser vivido porque todo los ha vivido Jesús. Es la Navidad más feliz. Donde incluso el sufrimiento, patrimonio de la humanidad, se vive en lo positivo y en la alegría de Dios recibido. Hecho carne en el seno purísimo de la Virgen. La Navidad auténtica que sólo la viven plenamente los santos y los ojos asombrados de los niños.
Una Navidad donde no se necesita consumismo porque se vive todos los días en la alegría del Amor que se nos ha dado. Una Navidad para disfrutar con todos de la familia y el compartir con los pobres y necesitados. Es la Navidad que cuando se descubre se desea cada vez más cada año y se vive cada día en lo sencillo y cotidiano del amor, que como Jesús está tejido de divinidad y humanidad.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres