Mons. Francesc Pardo i Artigas Este domingo 12 de noviembre celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Una buena ocasión para ser agradecidos, reflexionar y manifestar nuestra generosidad.
Agradecimiento
Sí, debemos dar gracias a todos los que formamos la familia de la Iglesia de Girona de manera consciente y activa. Podemos continuar la misión encomendada, que procede Jesús, gracias a los compromisos y servicios de muchos de vosotros. Y al mismo tiempo, también valorar y agradecer la colaboración económica que permite nuestro sostenimiento.
Es cierto que contigo formamos una gran familia, que nos esforzamos para que sea acogedora, que ofrezca a Jesús y su Evangelio, la Buena Nueva que salva y anima a las persona; deseando tener las puertas bien abiertas para todos.
Contamos con la fuerza del Espíritu y la presencia permanente del Señor, pero sin las personas, sin los cristianos, sin ti, no podríamos ser esa gran familia de Jesús en Girona.
Hemos de agradecer la colaboración de todos aquellos que, no sintiéndose identificados del todo con la comunidad, colaboran con sus aportaciones a nuestra misión. Valoran lo que significa la Iglesia y su actividad para la vida de las personas y de los pueblos. Reconocen que la misión de la Iglesia favorece la vida personal, social y cultural por medio de actitudes de fraternidad, solidaridad, acogida de los más débiles, ofrecimiento de sentido a la vida, acompañamiento, iniciativas culturales y de mantenimiento del patrimonio.
Recuerdo en estos momentos la convicción del propio Jesús: “Todo aquel que ofrezca un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, porque es uno de mis discípulos, en verdad os digo, que no quedará sin recompensa”.
Reflexión
Estamos muy acostumbrados a la presencia y a la acción de la Iglesia, de las parroquias, en nuestros pueblos y ciudades. Ello manifiesta que la Iglesia se ha convertido en un vecino más, con el que contamos de forma habitual o cuando se le necesita.
Pero esta buena vecindad y disponibilidad para la acogida exige disponer de recursos materiales y económicos: para acoger a niños, jóvenes y adultos; para estar junto a los enfermos; para ayudar a quienes más sufren la falta de recursos materiales y pueden ser marginados; para el sostenimiento de sacerdotes, para el mantenimiento y restauración de tantos y tantos edificios de culto y de actividades diversas —la mayoría, bienes culturales— ,necesitamos de la generosidad de todos.
Somos conscientes que vuestra generosidad nos exige una “economía diocesana de comunión”, bien gestionada y transparente.
La comunión exige la necesidad de compartir los bienes desde la corresponsabilidad de cada parroquia e institución con el conjunto de la Diócesis. Las comunidades con mayores recursos asumen la responsabilidad de compartirlos con aquellas que disponen de menos o más necesidades, a fin de que todas dispongan de lo necesario.
Generosidad
El amor y la valoración de la Iglesia diocesana, lo que somos y hacemos, nos pide contribuir económicamente a su sostenimiento.
Tu generosidad se transformará en “una riqueza” que te hará mucho bien y lo hará a toda la Iglesia y a todos.
+ Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona