Mons. Jaume Pujol La Redención, por voluntad divina, se realizó a la medida humana, en un tiempo y un espacio muy concretos. Hay un calendario y una geografía que marcan la encarnación del Hijo de Dios y su presencia en la tierra. Un hoy y un aquí.
En el interior de la Basílica de la Anunciación, de Nazaret, en una gruta excavada en la roca, se leen estas impresionantes palabras: “Verbum caro hic factum est” ‘Aquí el Verbo se hizo carne’. Conmueve pensar que, en aquel lugar concreto de una aldea de Galilea, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
También hay un «hoy» que atraviesa todo el Evangelio. Los ángeles que anuncian a los pastores el nacimiento del Mesías, les dicen: «Hoy os ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador…». Y Jesucristo mismo utiliza con frecuencia este adverbio temporal.
En Jericó le dice a Zaqueo, después de haberle pedido que baje del árbol porque deseaba hospedarse en su casa: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa…». Y al buen ladrón, en el Calvario de Jerusalén: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».
Espigando en el Nuevo Testamento encontramos referencias temporales y de espacio. El tiempo no es algo secundario para un cristiano, y la Iglesia siempre lo ha tenido muy en cuenta en su liturgia. Hay un calendario litúrgico que nos acompaña a lo largo del año y nos propone las diversas témporas y festividades y hace memoria de los santos.
El Papa Francisco ha dicho con buen humor que hay cristianos que parecen estar en Cuaresma todo el año. Y es que hay un tiempo para cada cosa. Hoy es Navidad, la fiesta entrañable para los seguidores de Cristo y también para mucha gente que apenas le conoce, y que responderían con dificultad a aquella pregunta que hizo una vez Jesús a sus discípulos: «¿Y vosotros, quién decís que soy yo?».
Nosotros le decimos, con San Pedro: Tú eres el Hijo de Dios. Y te adoramos en este Niño nacido en una noche como esta, en un establo, porque sus padres no hallaron lugar en la posada de Belén. Tampoco es casual este hecho: el «aquí» es importante. Nos dice que Jesús fue pobre, que su familia estuvo en tránsito y luego tuvo que refugiarse.
Pensemos en tantos pobres que hay en nuestras calles, en tantos refugiados que vagan por el mundo y no encuentran posada. Navidad no sólo son las luces, también las penumbras de la vida, pero son penumbras que debemos iluminar con nuestra solidaridad.
† Jaume Pujol Balcells