Mons. Ricardo Blázquez El día 16 de octubre fue canonizado en Roma el Obispo de Málaga y más tarde de Palencia, D. Manuel González; fueron canonizados también en la misma celebración la carmelita descalza Sor Isabel de la Santísima Trinidad y el beato Ludovico Pavoni, fundador de la Congregación de los Hijos de María Inmaculada (Pavonianos), que trabajan pastoralmente en nuestra Diócesis desde hace años. Permitidme que hoy me detenga particularmente en la figura de D. Manuel González, dada la estrecha vinculación con nuestra Diócesis.
- Manuel nació en Sevilla en el año 1877. Recibió la ordenación el día 21 de septiembre de 1901. A comienzos del año 1902 el Cardenal Espínola le envió a una misión en Palomares del Río. Durante tres años fue capellán de las Hermanitas de los Pobres en Sevilla. En 1905 fue destinado a Huelva, que entonces no había sido erigida como Diócesis. En esta ciudad desarrolló un fecundo ministerio presbiteral. En el año 1916 fue nombrado obispo auxiliar de Málaga. Allí desarrolló su ministerio episcopal hasta el año 1931, en que tuvo que salir, víctima de los penosos acontecimientos que padecimos en España en el decenio de los años treinta. En el año 1935 fue nombrado Obispo de Palencia hasta el 4 de enero de 1940, que falleció. Está enterrado en la capilla del Santísimo Sacramento en la Catedral de Palencia. Fue beatificado el 29 de abril de 2001. Estos son los datos principales del itinerario de D. Manuel.
Hubo un hecho en Palomares del Río que marcó toda su vida. Él mismo lo narra de la siguiente forma: “Fuime al Sagrario y ¡qué Sagrario, Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir corriendo para mi casa! Pero, no huí. Allí de rodillas… mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba… que me decía mucho y me pedía más… La mirada de Jesús en esos sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal”. Esta experiencia vivida en Palomares del Río orientó su vida, escritos y fundaciones. Fue como para Santa Teresa de Jesús la visión de un “Cristo muy llagado”. Estos hechos marcan un antes y un después. Por ello, sería llamado “el obispo de los Sagrarios abandonados”.
La tarea pastoral en la parroquia de San Pedro de Huelva fue extraordinaria, eficaz y fecunda. En el año 1910 fundó la Obra de las Tres Marías de los Sagrarios y de los Discípulos de San Juan, que se difundió mucho no sólo en España sino también en América. Podemos representarnos el nacimiento de esta obra de la siguiente manera: Según el Evangelio, “junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María, la Magdalena” (Jn. 19, 25); y Juan el discípulo amado por Jesús. D. Manuel trasladó, podemos decir, a las tres Marías desde la cruz al lado del Sagrario; y otro tanto hizo con el discípulo Juan. La expresión “Sagrario-Calvario” unifica este paso desde el monte Calvario al lado del Sagrario. Esto indica cómo el misterio de la Eucaristía y el misterio de la Cruz están estrechamente unidos. Jesús en la Cruz se entrega totalmente al Padre por amor a la humanidad y el mismo Jesús se nos entrega en la Eucaristía haciéndose compañía, alimento y confidente. Al Señor, entregado por nosotros y viviente para siempre, adoramos en la Eucaristía, en el Sagrario. Acudamos a la cita para recibir la gracia de su fuerza en la soledad, debilidad, cansancio y desolación. Él viene a nuestro encuentro, vayamos nosotros a acogerlo como el Amigo que nunca falla.
- Manuel dedicó su vida a promover la devoción a la Eucaristía. Será una de las constantes de su ministerio. Tanto es así que en el epitafio, que él mismo redactó pidió “ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡No lo dejéis abandonado!”
- Manuel unió las obras sociales y la devoción eucarística. En su celo apostólico se reforzaron mutuamente estas dos tareas de su ministerio. Él sabía que entramos en el templo para adorar al Señor y salimos del templo para servir a los demás. Nos acercamos al Señor, presente sacramentalmente en la Eucaristía, con nuestro peso y salimos de esa comunión en la fe y en la adoración con renovada decisión para estar junto a quien nos necesite. No podemos separar la adoración al Santísimo del servicio a los pobres, que son “carne doliente” (Papa Francisco) de Cristo (cf. Mt. 25, 31 ss.).
Más tarde, ya en Málaga, en el año 1921, fundó la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Es como la continuidad de su espíritu. Yo pude conocerlas de cerca en Palencia y beneficiarme como obispo de su dedicación apostólica. Desde aquí las felicito cordialmente por la canonización de su fundador y mi predecesor en la sede palentina. Les deseo que la canonización de D. Manuel, además de motivo de alegría y de gratitud, sea estímulo para cumplir la misión recibida, también en medio de las pruebas que cuando vienen de la proximidad resultan más hirientes.
- Manuel fue una figura relevante de la Iglesia en España en la primera mitad del siglo XX. Además de la devoción a la Eucaristía y de la dedicación a las vocaciones sacerdotales siendo signo elocuente la obra del Seminario de Málaga, la catequesis fue también servicio primordial. Fue un escritor muy fecundo, con un estilo atractivo, vibrante, lleno de gracejo andaluz y directo. Fue excelente pedagogo catequista. Escribió miles de páginas en libros y folletos. Sus libros alcanzaron muchas ediciones. Por ejemplo, Partiendo el pan a los pequeñuelos apareció la octava edición en el año 1964; y el famoso libro Lo que puede un cura hoy alcanzó la novena edición el año 1965. Fue un escritor prolífico y muy leído. El ejercicio de la pluma es una dimensión importante en el servicio pastoral de D. Manuel.
En Valladolid nos sentimos concernidos muy de cerca por su canonización, ya que hasta el año 1955 pertenecieron a la Diócesis de Palencia, de la que él fue abnegado pastor, grandes zonas de nuestra Diócesis: Medina de Rioseco y comarca; Peñafiel y comarca; gran parte del Valle de Esgueva, etc. Nos unimos con gratitud a su canonización. ¡Qué interceda por nosotros!
+ Ricardo Blázquez
Cardenal Arzobispo de Valladolid