Mons. Francesc Pardo i Artigas El verano se acerca a su fin. Mi recuerdo agradecido a la misión de nuestra Iglesia de Gironadurante estos meses: celebraciones, encuentros, fiestas, romerías… que han sembrado la buena semilla del Evangelio en la vida de los niños, jóvenes y adultos, y que han hecho presente a Jesucristo y a María en la vida de las personas, colectivos y pueblos.
De todas estas celebraciones solo puedo hacer referencia de alguna de las que he vivido personalmente y que he experimentado. Pretendo que todos nosotros recordemos y agradezcamos las que hemos vivido a lo largo de estos últimos meses.
– Peregrinación a Lourdes —la número 51— en estos ya más de cincuenta años de la Hospitalidad. Los 720 peregrinos, entre enfermos, enfermeras, camilleros, acompañantes… vivimos unos días intensos de celebraciones, plegarias, servicios, fiesta, fraternidad y cariño. Fue una experiencia de síntesis entre lo que creemos, celebramos y vivimos, que se verifica en el amor con que se sirve a los enfermos, estrechando lazos de fraternidad, y sintiéndonos todos en la casa de la Madre de Lourdes.
– La acogida que parroquias y sacerdotes han ofrecido a quienes nos han visitado durante estos meses de verano. Hay que reconocer y dar gracias por la actitud de acogida de nuestras parroquias, durante el verano, a cuantos hermanos han vivido semanas o meses en nuestra Diócesis de Girona. Las parroquias, gracias a los esfuerzos de los párrocos y de otros responsables, se convierten en hogar amable y acogedor, con las puertas abiertas para participar de la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, pero también porque son espacios de plegaria, de paz y de conocimiento de nuestro patrimonio para los visitantes.
Les ofrecemos nuestros espacios naturales, la visita al patrimonio cultural, acogida en los hoteles, nuestra gastronomía, festivales… y no nos hemos olvidado de ofrecerles la posibilidad de participar en nuestras celebraciones de la fe como hermanos y miembros de una misma familia.
– Las celebraciones de la Virgen del Carmen.
La celebración de la Virgen del Carmen en la Escala, el Estartit, Palamós, junto a los pescadores, con el pueblo y los devotos. Durante las procesiones marineras, acompañados de la imagen de la Virgen, se nos recordaba su presencia y protección en nuestras vidas, y muy especialmente entre los hombres y mujeres que trabajan en el mar: pescadores y marineros. Recordaba que nuestro mar ha de ser un mar de vida evitando que continúe siendo un mar de muerte.
– Diferentes celebraciones. Como las de Santa Margarita en Palafrugell, Santa Cristina en Lloret de Mar, San Jaume en Salt, en Selva de Mar, la fiesta mariana en el santuario de Los Ángeles, San Lorenzo de Sous, Vilademires… nos recordaban que la vida cristiana tienesabor de fiesta mayor, que el Señor Jesús comparte y sale a nuestro encuentro en los momento de alegría popular.
– Un buen número de jóvenes han seguido el camino a Santiago de Compostela.Acompañados por el delegado de Jóvenes, han reflexionado, rezado, compartido, se han ayudado… una experiencia importante en sus vidas para descubrir la propuesta de Jesús.
– La Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia. La experiencia de la misericordia de Dios entre miles de jóvenes.
– Encuentro de jóvenes en Taizé. Una actividad ya tradicional en el mes de agosto. Durante una semana, chicos y chicas de la Delegación de Jóvenes han ido a Taizé para compartir, con otros jóvenes catalanes y con más de tres mil de toda Europa y del resto del mundo, unas vivencias significativas. Taizé es espiritualidad, es formación, es fraternidad, es fiesta.
La misión de la Iglesia de ofrecer a Jesús a todos y en todo momento ha continuado durante estos meses. ¡Démonos gracias!
+ Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona