Mons. Francesc Pardo i Artigas Con motivo de la peregrinación a Lourdes acompañando a los enfermos, organizada por la Hospitalidad desde el día 22 al 25, me he preguntado nuevamente: ¿Por qué llevamos a los enfermos a Lourdes? ¿Acaso no están más y mejor atendidos en casa, en les residencias, en los centros socio sanitarios? ¿Qué les ofrece y qué pueden encontrar en Lourdes?
Intentaré dar algunas respuestas desde mi percepción y experiencia.
– En Lourdes los enfermos son los “señores”, tras Jesús y María. Perciben que son los primeros, los más importantes, los protagonistas.
– En Lourdes se hacen visibles muchas narraciones del Evangelio, porque Jesús, mediante la Iglesia, continúa acogiendo, escuchando, ayudando, animando, perdonando y sanando. En Lourdes se puede vivir intensamente el Año Jubilar de la Misericordia.
– En Lourdes, los enfermos, mediante las celebraciones de la Eucaristía, el sacramento del perdón, las procesiones, las plegarias… experimentan de una forma especial que Jesucristo, que los ama y cura, está junto a ellos, y que se sienten —como nunca— protegidos y acariciados en brazos de María, su madre y la nuestra.
– En Lourdes aumenta la esperanza y el deseo de curación de las enfermedades del cuerpo, pero también de aquellas que afectan al espíritu y que repercuten en muchas de nuestras actuaciones. Lourdes es así fuente de serenidad, de paz, de confianza, de conversión.
– En Lourdes, los enfermos están acompañados de un buen número de personas, jóvenes y adultos, que siempre están pendientes de ellos para servirles en todo lo que sea necesario y con total afecto.
– En Lourdes, durante los días de la peregrinación, en las actividades programadas y en los encuentros personales se vive la experiencia de una auténtica fraternidad y comunión entre todos.
– En Lourdes, los jóvenes voluntarios y voluntarias (brancadiers y enfermeras) viven también la experiencia de estar junto a los “enfermos”, y se dan cuenta que en la vida hay muchas situaciones de sufrimiento, pero que se pueden afrontar desde la fe, con esperanza, paciencia, estimación e “incluso con buen humor”. El testimonio de los enfermos es una experiencia educativa de gran valor.
– En Lourdes, muchos somos evangelizados desde la actitud de los enfermos. Debemos tener una actitud contemplativa, darnos cuenta de sus sentimientos y descubrir cómo viven y manifiestan el Evangelio. Haciéndolo de forma sencilla y humilde, nos obligan a formular preguntas y a confiar más en Jesucristo.
– En Lourdes te das cuenta que todo el mundo se olvida de su propia vida, de su interés, para estar atento a la vida de los demás, muy especialmente de los enfermos. Ciertamente se experimenta que se es más feliz dando que recibiendo.
– En Lourdes se viven momentos de alegría, de diversión, de humor, de fiesta… tan necesarios para el equilibrio personal.
– En Lourdes… como me han repetido algunos de los enfermos, “estos días tocamos el cielo estando aún en la tierra”.
Gracias, enfermos; gracias, sacerdotes, gracias, peregrinos; gracias a todos los responsables de la Hospitalidad ; a los camilleros, a las enfermeras, al personal de logística… a todos los que vendréis por primera vez.
+ Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona