Mons. Joaquín Mª López de Andujar El viernes 3 de junio hemos celebrado la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y en el mismo día, en el Cerro de los Ángeles, la clausura de la Gran Misión, que hemos venido realizando a lo largo de este curso. Junto con las diócesis hermanas de Madrid y Alcalá de Henares hemos conmemorado también el veinticinco aniversario de la creación de la Provincia Eclesiástica de Madrid y nos hemos consagrado al Corazón de Jesús.
A partir de las experiencias misioneras que hemos vivido durante este año, que han sido muchas y muy variadas, y bajo la luz del Corazón misericordioso de Cristo, nos preguntamos qué nos está pidiendo Dios a cada uno de nosotros y a nuestra Iglesia diocesana de Getafe. La Misión nos ha hecho ver que tenemos que convertirnos más al Señor, que hemos de crecer más en la fe y que hemos de corregir muchas actitudes de pereza y negligencia. La Misión nos ha hecho más misioneros.
En esa tarde del 3 de junio, al consagrarnos al Corazón de Jesús, hemos renovado nuestro deseo ferviente de corresponder a todo el amor que nos está mostrando, impulsando, en comunión con toda la Iglesia, una nueva etapa evangelizadora en nuestra diócesis marcada por la alegría del evangelio.
Pusimos nuestra mirada en el Corazón de Jesús, entramos en sus sentimientos y gozamos de su amor. Y lo hemos hecho porque el Corazón de Jesús, traspasado por la lanza del soldado, es un corazón abierto por nosotros y abierto para nosotros: abierto para que en Él llegásemos al Corazón mismo de Dios, ese Corazón que, como decimos en el salmo “perdona todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades, rescata nuestra vida de la fosa y nos colma de gracia y de ternura”.
San Juan lo expresa con toda claridad en su primera carta: “En esto consiste el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4,9). Jesús vino a esto: a darnos la plena revelación del amor del Padre y a derramarlo generosamente sobre todos.
En el misterio del Corazón de Cristo, en el que la Iglesia quiere revelarnos la humanidad de Dios y quiere hacernos sentir la cercanía entrañable de un Dios, que, en Cristo, se hace “todo corazón” y todo amor, hemos puesto los frutos de la Misión, y le hemos pedido que nos haga capaces de ser mensajeros de ese amor para nuestros hermanos.
Para todos, un saludo muy cordial y mi bendición.
+ Joaquín Mª López de Andujar y Cánovas del Castillo
Obispo de Getafe