Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos:
Celebramos en este domingo, terminado el Tiempo de Pascua, la solemnidad de la Santísima Trinidad y coincidiendo con ella la Jornada Pro Orantibus. En este día somos invitados a valorar y agradecer la vocación de tantos hermanos y hermanas nuestros que han consagrado toda su vida a la oración, a la contemplación y a la vida fraterna en comunidad en el silencio del claustro. Son los monjes y monjas que desde sus monasterios sirven a la Iglesia, desde una vida oculta y entregada totalmente a Cristo.
En estos tiempos en los que se valoran otras muchas cosas, ellos nos dan el testimonio vivo de una vida completamente entregada a Cristo y desde la que misteriosamente participa cada cristiano y toda la Iglesia. Son lo que podemos llamar un tesoro oculto en beneficio de toda la humanidad.
En este día todos los cristianos hacemos nuestras las palabras de San Juan Pablo II en su exhortación Vita Consecrata (8): Los Institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios.
Elevamos hoy todos los cristianos en nuestras celebraciones dominicales una humilde pero intensa oración por los que continuamente oran en favor de todos. Pedimos para ellos la fidelidad a la vocación que han recibido, la alegría de su vida entregada y, por supuesto, que el Señor siga bendiciendo con vocaciones a los distintos monasterios contemplativos. De un modo especial tenemos hoy presentes a los monasterios que pueblan nuestra diócesis de Tarazona. Que nunca nos falte esta presencia preciosa y necesaria.
En sus vidas entregadas contemplamos el Rostro de la misericordia del Padre; su vida entregada es un ejemplo de gratuidad, del don que se derrama generosamente.
No quiero terminar esta carta, sin pediros hoy por los seminaristas que recibirán la ordenación diaconal en la S. I. Catedral.
Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona