Mons. Joan E. Vives El domingo 4º de Pascua o del Buen Pastor nos da la oportunidad de reflexionar y orar por las vocaciones sacerdotales, de especial consagración y misioneras, así como tener presentes las Iglesias jóvenes en misión, su clero y las necesidades de agentes pastorales. Todos hemos sido «llamados» por Dios, y Dios sigue llamando hoy. Habría que promover una verdadera «cultura vocacional» para entender la vida como vocación, con vocaciones diversas, que se complementan, y que todas aportan según el plan de Dios. Es por el Espíritu de Jesucristo Resucitado, que Dios sigue suscitando respuestas generosas y audaces, que no tienen miedo sino que dan todo lo que tienen, lo que son y lo que pueden para cooperar con el Reino de Dios, por que «venga a nosotros tu Reino «. Esto es lo que sigue siendo necesario hoy, proponer a los corazones de la juventud unos ideales renovados de entrega y de servicio, de amor a Dios y a los demás, entregando toda la vida a Jesús. ¡Qué bella y gozosa una existencia entregada al servicio del Evangelio y al servicio del prójimo! Hay que seguir proponiéndolo, y hacerlo sin cansarse y con inventiva renovada.
¿Cómo atraía Jesús a los jóvenes y los niños, y también a los adultos? Su poder y su amistad no han caducado. Es necesario que entre todos, lo hagamos de nuevo presente. No esperando a ser perfectos, o tener siempre éxito… Hay que romper el miedo y salir a anunciar que vale la pena seguir a Cristo, que sólo esto hace feliz y llena toda la vida de sentido, y que es la manera más eficaz de cambiar el mundo, de llegar a las personas y hacer algo en la línea transformadora del amor que hemos aprendido en Jesús, en su entrega a morir en la Cruz por amor, “para que todos tengan vida y la tengan en abundancia”.
Siempre me impresionan los relatos reales de los que hoy entran en un seminario o en una congregación religiosa, o que marchan a misiones. Son pequeños milagros de la gracia de Dios, y son a la vez relatos llenos de humanidad y de vida, de servicio, de ir más allá, mucho más allá de egoísmos y comodidades. Podemos palpar la obra de Dios.
El mensaje del Papa Francisco para esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, tiene por lema «La Iglesia, madre de vocaciones». El Papa recuerda que cada vocación nace y crece en la Iglesia, y es sostenida por ella a través de la oración y el acompañamiento, especialmente de los sacerdotes. Por ello, el Papa propone una oración para pedir al Señor que conceda a los que han emprendido un camino vocacional una profunda adhesión a la Iglesia, y que el Espíritu Santo refuerce en los pastores y en todos los fieles la comunión eclesial, el discernimiento y la paternidad y maternidad espirituales. La oración que debemos hacer nuestra dice así: «Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos sostienes continuamente con los dones del Espíritu, concédenos comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuente de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización. Sostenlas en el afán de proponer a los jóvenes una adecuada catequesis vocacional y caminos de especial consagración. Dales sabiduría para el necesario discernimiento de las vocaciones, de modo que en todo brille la grandeza de tu amor misericordioso. Que María, Madre y educadora de Jesús, interceda por cada una de las comunidades cristianas, para que, hechas fecundas por el Espíritu Santo, sean fuente de auténticas vocaciones al servicio del pueblo santo de Dios».
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell