Mons. Eusebio Hernandez Queridos hermanos y amigos:
¡Feliz Pascua de la Resurrección del Señor! Este es mi primer deseo en este día santo de la victoria del Señor Resucitado. He querido titular esta carta con las palabras de uno de los himnos de la liturgia de las horas de este día de pascua: Cristo, alegría del mundo.
El acontecimiento central de nuestra fe es la Resurrección del Señor, Él es nuestra única esperanza y la luz que ilumina las tinieblas y dificultades de la vida. El corazón misericordioso de Dios Padre ha brillado en el rostro de Cristo que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida.
Es la Buena Noticia que transforma nuestras vidas y que no podemos callar porque sabemos que el mundo necesita esta esperanza que puede cambiar todo y que puede hacer nuevo cada corazón.
Por ello hacemos nuestras hoy las palabras de otro himno de este día:
Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.
Ante nosotros, se abren hoy cincuenta días de alegría para vivir la Pascua hasta Pentecostés. Días que debemos vivir profundizando en el acontecimiento de la resurrección y dejándonos transformar por su fuerza. Especialmente este año de Misericordia debe ser un gran incentivo para vernos transformados.
La Pascua debe ser una escuela en la que como discípulos nos pongamos a los pies de Jesús y, con docilidad, nos dejemos modelar por sus palabras que nos hablan al corazón y que nos transforman y nos hacen testigos de su misericordia.
Vivamos, pues, con gozo y profundidad estos días de Pascua y que todos nos ayude a descubrir la presencia del Resucitado en todos los momentos de nuestra vida.
Que María la Virgen, madre de misericordia y toda ella corazón, nos conduzca en nuestro camino dela pascua.
Que Cristo Resucitado sea nuestra alegría. Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernandez Sola, OAR
Obispo de Tarazona