Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:
El título de esta carta podría resumir el mensaje del Evangelio de este domingo. El texto nos presenta una estampa importante, conocida por todos, en la cual podemos vernos reflejados nosotros en nuestra tarea de vivir y dar testimonio de nuestra fe en un mundo como el que estamos viviendo. Los discípulos de Jesús están a la orilla del mar de Galilea repasando y limpiando las redes; son pescadores, han estado pescando toda la noche y no han logrado pescar ni un solo pez. Estando comentando este fracaso laboral mientras lavaban las redes se presenta Jesús, se sienta en una de las barcas que estaban atracadas a la orilla y se pone a enseñar a la gente. Terminada la enseñanza Cristo le dice a Pedro: “Remad mar adentro y echad las redes para pescar”. Pedro le explica que han estado toda la noche trabajando y que no han cogido absolutamente nada pero que, en su palabra, van a volver a intentarlo, van a volver a adentrarse en el mar y echar de nuevo las redes. El resultado de su obediencia a la Palabra de Jesús fue que las redes se llenaron de peces hasta no poder con ellas. Fue la ayuda del Señor, el mismo Señor, el que ha hizo posible dicho resultado.
Todos podemos vernos reflejados en esta estampa en nuestra vida personal, en nuestra vida cristiana. Hay miles de situaciones en las que las personas nos sentimos fracasadas, rendidas, desanimadas, incluso desesperadas y queremos tirar la toalla después de muchos intentos fallidos. Cuando hemos intentado quitar un defecto que tenemos y lo hemos intentado de mil maneras y no lo hemos logrado; cuando hemos querido conseguir algo positivo en nuestra vida pero, tras haberlo intentado y poner los medios para ello, estamos como casi el primer día; los padres con los hijos cuando les han inculcado de mil formas una determinada actitud a vivir o a evitar y ven que no han conseguido nada; el cristiano cuando, en un mundo materialista y en el que Dios es el gran ausente y al que muchos no quieren darle cabida, cuando quiere vivir de verdad como seguidor de Jesús, consecuentemente con su fe, tratando de ser verdadero discípulo de Cristo y testigo del Evangelio pero por las dificultades ambientales y estructurales no lo logra; el sacerdote o cualquier agente de pastoral que, poniendo todo cuanto está de su parte (horas de trabajo, medios, métodos nuevos, etc.) para hacer que el mensaje de Cristo llegue a las personas, ve que su trabajo no ha dado el fruto esperado.
Éstas y otras muchas situaciones producen en nosotros desilusión, desánimo y sensación de fracaso. Por eso, necesitamos escuchar de nuevo, como aquellos discípulos, las palabras de Cristo: ¡Rema mar adentro y echa las redes! Jesús nos dice: no te desanimes, no has fracasado, vuelve a intentarlo, vuelve a luchar, vuelve a poner de tu parte lo que sea necesario puesto que quizá no lo has conseguido porque lo has intentado tú sólo. Piensa que Yo estoy contigo, que no estás solo ni eres un francotirador en medio de este mundo tan convulso, alejado de Mí y de mi mensaje; acoge la ilusión y esperanza que nacen del encuentro conmigo ¡y vamos a intentarlo juntos! Cuentas con mi ayuda; pon todo tu esfuerzo y trabajo y Yo lo haré fructificar.
Esto pide de nosotros una respuesta positiva, esperanzadora, llena de confianza y fe en sus palabras, en su Persona, que solo es posible si se da una verdadera conversión de nuestros corazones. Pongamos a Jesús, su Palabra y la tarea evangelizadora antes que ningún otro interés. Volvamos a remar mar adentro; volvamos a intentar eso que tantas veces hemos intentado y no hemos conseguido; cambiemos nuestro corazón y dejemos que el Señor nos llene de fuerza, de su gracia y digámosle con toda confianza: ¡Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos!
Vuestro Obispo,
+ Gerardo Melgar
Obispo de Osma-Soria