Mons. Vicente Jiménez Queridos diocesanos:
En el ambiente cristiano de la Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José. El Hijo de Dios vivió una experiencia de familia. En nuestra Diócesis de Zaragoza la Delegación Episcopal de Familia y Defensa de la Vida celebra la fiesta litúrgica con una Eucaristía de acción de gracias en la Basílica de Ntra. Sra. del Pilar con la participación de las familias.
El mejor servicio que podemos hacer a la familia es recuperar y potenciar su original sentido natural y cristiano. Es necesario proclamar el evangelio de la familia. Necesitamos que la familia descubra su ser y misión. Su ser está descrito en la expresión ‘iglesia doméstica’ y su misión es la misma misión de la Iglesia: el anuncio de la Palabra; la celebración de la fe; el servicio de la caridad.
La comprensión de la familia como ‘iglesia doméstica’ es un tema clave en la teología y catequesis sobre la familia. San Juan Crisóstomo, predicando a sus fieles decía: “haced de vuestra casa una iglesia”. San Agustín, por su parte, compara la función del padre con la del obispo, porque ambos cuidan de una comunidad de fe.
La familia, en cuanto “pequeña iglesia”, está configurada con Cristo, Profeta, Sacerdote y Rey y, por tanto, participa de la triple función de Cristo: profética, sacerdotal y real. Así la familia cristiana se descubre como una comunidad que vive de la Palabra de Dios y para el anuncio de la Palabra; como una comunidad que celebra las maravillas de Dios y consagra el mundo temporal con el espíritu de las bienaventuranzas; como una comunidad que se compromete en el servicio de la caridad.
La familia realiza su misión evangelizadora en el interior del propio hogar, con el cultivo de los valores humanos y cristianos: el amor; la pobreza y austeridad, la justicia y la verdad; la paz y la comprensión; el diálogo y respeto; el espíritu de trabajo y la alegría del evangelio.
Pero la familia es también comunidad evangelizadora fuera del hogar, cuando se compromete, desde la fe, en la transformación de la sociedad y contribuye al progreso verdadero de los pueblos; cuando anuncia a Jesucristo con obras y palabras desde la catequesis y la enseñanza religiosa en la escuela; cuando suscita vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y apostólica en sus hijos.
Los padres de familia son los primeros educadores y testigos de la fe para sus hijos: “La familia es llamada iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Cada miembro, según su propio papel, ejerce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas y lugar del primer anuncio de la fe a sus hijos” (Catecismo de la Iglesia Católica, Compendio, 350).
Felicitación de la Navidad
En este ciclo navideño, me dirijo a todos para invitaros a todos para celebrar cristianamente y en familia la Navidad. A vosotros, niños, que sois protagonistas en estas fiestas. Sois la hermosa y viva imagen del Niño Dios, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. A vosotros, mayores y ancianos: lo vuestro son los silencios y la sabiduría de los años. Mi saludo navideño va lleno de reconocimiento y esperanza. De vosotros aprendimos a vivir este misterio y esta hermosa tradición familiar. No os sintáis un estorbo. Os queremos. Sed felices, queridos mayores y ancianos, especialmente en Navidad. A todos vosotros, hombres y mujeres de buena voluntad, a los que gozáis y a los que sufrís por el peso del dolor o la enfermedad. Para todos envió Dios a su Hijo Jesucristo, el gran regalo para los hombres, el beso y la ternura y misericordia de Dios a la humanidad.
Sigamos celebrando, queridos diocesanos, la Navidad, fiesta de gozo y salvación.
Con mi afecto y bendición,
+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza