Mons. Carlos Escribano El curso pastoral está llegando a su fin. Las tareas ordinarias de las parroquias continuaran durante el verano y, sobre todo en los pueblos, se verán salpicadas por muchas fiestas patronales. El fin de curso marca que poco a poco los grupos parroquiales vayan concluyendo sus actividades y reuniones y que valoren el trabajo desarrollado conforme a sus programaciones. Hay que comenzar el curso que viene, con ilusión renovada. Muchos niños y jóvenes han recibido la primera comunión o la confirmación en el seno de nuestras parroquias. También a ellos y a sus familias les seguimos esperando en nuestras comunidades para empezar de nuevo el curso.
El año se ha visto jalonado por tres acontecimientos que han definido algunas de nuestras actividades: el año de la Vida Consagrada, el año teresiano, con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, y la preparación para la celebración del segundo Sínodo de los Obispos sobre la familia, el próximo mes de Octubre.
A su vez, concluimos el trienio previsto para el desarrollo de nuestro plan diocesano de pastoral. Lo arrancábamos en el 2012 en el marco del año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI y lo concluimos con la mirada puesta en el Jubileo extraordinario de la Misericordia convocado por el Papa Francisco y que comenzará el 8 de Diciembre próximo. Junto a los objetivos específicos propuestos para cada año (el cuidado del primer anuncio, la atención a los pueblos pequeños y la pastoral juvenil y, en este último año, la pastoral familiar), el plan pretendía renovar nuestra fe y dinamizar nuestra tarea evangelizadora: “Los creyentes que vivimos nuestra fe en esta Iglesia que peregrina en Teruel y Albarracín, tenemos que ser capaces de irradiar a Cristo viviendo con claridad la identidad de nuestra fe que debe trasparentar un estilo de vida propio de una comunidad que se sabe testigo del Resucitado. Debemos recuperar la alegría de creer y redescubrir el entusiasmo en la comunicación de la fe. A semejanza de los primeros cristianos, hemos de convertirnos en una comunidad dinámica, capaz de reestructurarse siempre a sí misma en consonancia con las nuevas circunstancias que nos toca vivir. La alegría de creer nos ayuda a afrontar nuestra tarea con la pasión propia de quién ha acogido el evangelio como buena noticia, confiando plenamente en el Resucitado”. (Carta Pastoral con motivo del Plan diocesano de pastoral 2012/2015).
Junto con el fin de curso en nuestras parroquias, también concluyen sus actividades algunos organismos diocesanos y las Delegaciones diocesanas. Es hora de evaluar el curso y el trienio: los objetivos que se marcaron y los trabajos que se programaron para dinamizar y fortalecer nuestra tarea pastoral. En los próximos días se celebraran las reuniones conclusivas del consejo presbiteral, del consejo diocesano de pastoral y del consejo arciprestal. Cada uno de ellos tiene un cometido específico, pero sus tareas se complementan y coordinan para intentar, entre los todos, seguir animando nuestra pastoral diocesana.
Es mucho el trabajo ejecutado y mucha la tarea que seguir desarrollando. Debemos mantener vivo el empeño de trasmitir el Evangelio con alegría, generando comunidades vivas que comuniquen la fe con esperanza e ilusión. Os deseo de corazón que estos meses de verano sean tiempo propicio para recuperar fuerzas y seguir creciendo en amor a Dios para así poder trasmitir su presencia y su mensaje a todos los hombres.
Gracias por todo el trabajo realizado a todos. Y mucho ánimo con la gozosa tarea que tenemos por delante. ¡Seguro que la gracia de Señor no nos faltará!
+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín