Mons. Vicente Jiménez Queridos diocesanos:
El domingo, 7 de junio, celebramos la festividad del Corpus Christi y el Día Nacional de la Caridad. La unión con Cristo en el sacramento de la Eucaristía nos capacita para unas relaciones sociales con los hermanos. El misterio eucarístico, que celebramos el Corpus Christi tiene implicaciones sociales.
Cáritas es la organización de la Iglesia para la diakonía (servicio) de la caridad. Desarrolla la dimensión social de la fe. Anima el compromiso solidario de la comunidad cristiana. Está empeñada en la promoción de las personas y de la justicia social. La persona humana es el centro de su acción.
Desde el misterio de amor, que es la Eucaristía, invitamos a la sociedad de Zaragoza y Aragón, a todos los cristianos, y de manera especial a cuantos trabajan en la acción caritativa y social, a abrir los ojos al sufrimiento de los más pobres y a escuchar el clamor de los pueblos que padecen hambre y a construir espacios de esperanza.
Siguiendo la propuesta del Papa Francisco, invito a los diocesanos a ver la realidad “con los ojos de Dios” y desde el lado de los pobres. Llamo la atención sobre algunos indicadores que me parecen preocupantes, entre ellos, el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción de servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza infantil, situaciones ante las que no podemos quedar inactivos ni sumidos en la indiferencia y el desaliento.
Esto hoy día, se traduce en la necesidad de construir espacios que sean germen de un futuro distinto y generen esperanza. Para ello, como Arzobispo y Pastor de la Diócesis de Zaragoza invito, en medio de una sociedad asfixiada por la crisis, a una conversión personal y comunitaria profundas; a defender los derechos de los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus derechos; a crear una nueva mentalidad que nos lleve a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos; a contribuir a una economía al servicio de la persona humana, no del dinero y del mercado; y a promover el desarrollo integral de los pobres y cooperar para resolver las causas estructurales de la pobreza.
Los obispos españoles, en el Documento Iglesia, servidora de los pobres, recientemente publicado, afirmamos que “El compromiso social en la Iglesia no es algo secundario u opcional, sino algo que le es consustancial y pertenece a su propia naturaleza y misión. El Dios en el que creemos es el defensor de los pobres. La Iglesia nos llama al compromiso social. Un compromiso social que sea transformador de las personas y de las causas de las pobrezas, que denuncie la injusticia, que alivie el dolor y el sufrimiento y sea capaz también de ofrecer propuestas concretas que ayuden a poner en práctica el mensaje trasformador del Evangelio y asumir las implicaciones políticas de la fe y de la caridad” (n. 40).
Nuestras comunidades cristianas están escribiendo entre nosotros una hermosa página de caridad y solidaridad. Baste recordar cómo Cáritas Española en el año 2013 atendió en sus programas a casi dos millones de personas y cuenta en la actualidad con más de 71.000 voluntarios.
Nuestra Cáritas Diocesana de Zaragoza publica la memoria anual, en la que podemos ver la inmensa tarea que realiza, a través de diversas acciones, en favor de los más pobres y vulnerables. Desde aquí quiero felicitar a Cáritas y agradecer el eficaz trabajo de voluntarios, profesionales y dirigentes. Vaya también mi gratitud sincera para los socios, colaboradores y suscriptores de Cáritas.
Con mi afecto, gratitud y bendición,
+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza