Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:
En muchas de nuestras familias celebramos en estos días de mayo o junio la primera comunión de algún hijo. Quiero, en primer lugar, felicitar a los niños y a los padres por este precioso momento que van a vivir y animar, especialmente a los padres, a que aprovechen este hermoso acontecimiento eclesial para revisar su fe como principales acompañantes del crecimiento espiritual de sus hijos.
La catequesis que han recibido en la parroquia ha sido, sin duda, de gran valor para vuestros hijos pero para que cale de verdad en ellos necesita ser secundada y apoyada por vuestra parte viviendo la fe en la familia antes, durante y después de la recepción de la primera comunión. Es doloroso comprobar cómo para muchos niños que reciben a Cristo por primera vez en la Eucaristía ésta será su primera y última comunión en mucho tiempo porque en su casa (pasada la fiesta de la primera comunión) los padres no van a volver a animarles ni con palabras ni con el ejemplo creyente para que sigan encontrándose con el amor misericordioso de Jesús cada Domingo. Queridos padres: debéis ayudar a que vuestros hijos entiendan lo importante que es la recepción por primera vez del Cuerpo de Cristo no por los regalos que van a recibir esos días sino porque Jesús ha querido dárseles por amor y quiere que también ellos le quieran cada vez más.
Os felicito a vosotros, queridos niños, que vais a recibir por primer vez a Jesús y os pido que sigáis cultivando vuestra amistad con Él participando asiduamente en la Santa Misa de los Domingos, acercándoos al sacramento de la reconciliación para recibir de Él su perdón, conscientes de que ambos Sacramentos os ayudarán de verdad a ser buenos seguidores y discípulos suyos.
También en estos meses muchos adolescentes y jóvenes vais a recibir el sacramento de la confirmación. Si importante es el acompañamiento de los padres antes y después de que los hijos reciban por primera vez al Señor en la Eucaristía, no lo es menos el que acompañéis a vuestros hijos adolescentes o jóvenes antes, durante y después de recibir el sacramento de la confirmación. De poco serviría el gran esfuerzo que ponen los sacerdotes y los catequistas en prepararlos para recibir el Espíritu Santo en este sacramento si vuestros hijos no tienen unas raíces creyentes cultivadas en la familia, si no tienen el apoyo creyente de la familia.
Son muchos los jóvenes que reciben el sacramento de la confirmación pero que, una vez recibido, no vuelven por la parroquia ni vuelven a tener contacto con la misma, no practican realmente la fe ni participan más en la Eucaristía ni en los demás sacramentos. Esta ausencia de participación fructuosa en los sacramentos, esta huida de la Iglesia y este olvido de su identidad cristiana no se deben en todo a la falta de apoyo de los padres pero sí en gran medida porque en la familia no se vive en un clima creyente sino que se está viviendo una marginación de Dios, de la fe y una indiferencia ante todo cuanto suene a realidad religiosa.
Tanto la primera comunión como la recepción del sacramento de la confirmación deben ser un momento muy importante para que las familias se planteen una nueva manera de vivir desde la fe, un estilo creyente de familia cristiana que apoye a los hijos y les anime a vivir cuanto han aprendido en la catequesis de preparación para ambos sacramentos.
Queridos padres: valorar la fe y la presencia de Dios en la vida de vuestras familias; animad y acompañad como se debe a vuestros hijos para que vayan progresando y madurando como creyentes de tal manera que los sacramentos que reciben sean un momento crucial pero no el único ni el último en su vida de fe. De corazón, muchas felicidades para vosotros y para vuestros hijos.
Vuestro Obispo,
+ Gerardo Melgar
Obispo de Osma-Soria