El propósito del documento lo expresamos ya en la Introducción: «Como pastores de la Iglesia, queremos compartir con los fieles y con cuantos quieran escucharnos nuestras preocupaciones ante la difícil situación que estamos viviendo y que a tantos afecta. Algunos datos esperanzadores nos llevan a pensar que la crisis, poco a poco, se está superando; pero, hasta que no se haga efectiva en la vida de los más necesitados la mejoría que los indicadores macroeconómicos señalan, no podremos conformarnos. Percibimos, por otra parte, que en este período de crisis se han ido acrecentando las desigualdades sociales, debilitando las bases de una sociedad justa. Esta realidad nos está señalando la tarea: nuestro objetivo ha de ser “vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza”, como pide el papa Francisco».
La Instrucción pastoral, de unas veinticinco páginas de extensión, comienza analizando la situación social actual y los factores que están en su origen y lo explican. Seguidamente recordamos los principios de la Doctrina Social de la Iglesia con los que queremos iluminar la realidad para ofrecer, por último, unas propuestas nacidas de nuestra fe, que tratan de dar respuesta a estos objetivos:
• Crear empleo. Las empresas han de ser apoyadas para que cumplan una de sus finalidades más valiosas: la creación y el mantenimiento del empleo. En los tiempos difíciles y duros para todos —como son los de las crisis económicas— no se puede abandonar a su suerte a los trabajadores pues sólo tienen sus brazos para mantenerse.
• Que las Administraciones públicas, en cuanto garantes de los derechos, asuman su responsabilidad de mantener el estado social de bienestar, dotándolo de recursos suficientes.
• Que la sociedad civil juegue un papel activo y comprometido en la consecución y defensa del bien común.
• Que se llegue a un Pacto Social contra la pobreza aunando los esfuerzos de los poderes públicos y de la sociedad civil.
• Que el mercado cumpla con su responsabilidad social a favor del bien común y no pretenda sólo sacar provecho de esta situación.
• Que las personas orientemos nuestras vidas hacia actitudes de vida más austeras y modelos de consumo más sostenibles.
• Que, en la medida de nuestras posibilidades, nos impliquemos también en la promoción de los más pobres y desarrollemos, en coherencia con nuestros valores, iniciativas conjuntas, trabajando en «red», con las empresas y otras instituciones; apoyando, también con los recursos eclesiales, las finanzas éticas, microcréditos y empresas de economía social.
• Que la dificultad del actual momento económico no nos impida escuchar el clamor de los pueblos más pobres de la tierra y extender a ellos nuestra solidaridad y la cooperación internacional y avanzar en su desarrollo integral.
• Cultivar con esmero la formación de la conciencia sociopolítica de los cristianos de modo que sean consecuentes con su fe y hagan efectivo su compromiso de colaborar en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales.
Creo que conviene leer esta Instrucción Pastoral despacio y que la podamos comentar en nuestros grupos parroquiales.
Vuestro obispo,
† Antonio Algora
Obispo de Ciudad Real