Mons. Julián López Queridos diocesanos:
Como todos los años, al llegar el domingo-solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia en España quiere tener un recuerdo especial hacia los monasterios de Vida Contemplativa que enriquecen nuestras diócesis y prestan un hermoso servicio a la misión pastoral con el testimonio y la eficacia de su existencia. La circunstancia del Año de la Vida Consagrada y del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, hace aún más atractiva esta jornada eclesial de oración y de gratitud hacia nuestros hermanos y hermanas que han elegido, como María de Betania, la “parte mejor” de la vocación cristiana (cf. Lc 10,42).
El lema escogido como referencia para la reflexión y para la oración agradecida por las comunidades contemplativas es el conocido estribillo del poema de Santa Teresa de Jesús: Nada te turbe, nada te espante, / todo se pasa, Dios no se muda, / la paciencia todo lo alcanza./ Quien a Dios tiene nada le falta./ ¡ Sólo Dios basta ! Los que conocen bien a nuestra Santa, aseguran que no se está dirigiendo a nadie sino a sí misma, o mejor, que pone por escrito la voz interior en la que está escuchando a Cristo, su Esposo místico. En esto consiste esencialmente este estilo de vida religiosa que imita, ante todo, al mismo Jesús entregado a la oración, y que constituye una inestimable ayuda para los que hemos de dedicarnos a la acción pastoral, al ministerio sacerdotal o, sencillamente, como en el caso de los fieles laicos, a los asuntos de este mundo, a la familia, al trabajo, a la educación, etc.
No se podía haber escogido mejores palabras para agradecer, en nuestro caso, a los diez monasterios de clausura -que no de aislamiento u olvido respecto de la marcha de la diócesis y de los problemas de la sociedad-, su testimonio y su entrega a la vocación mediante la escucha de la palabra de Dios, la ascesis personal y la oración constante. Rezar no es una forma de huir o de aislarse en una especie de burbuja, sino un modo muy eficaz de ayudar, de comprometerse, de sufrir y de amar.
Hermanas contemplativas agustinas, benedictinas, carmelitas, cistercienses, clarisas, concepcionista y jerónimas: gracias, muchas gracias, por vuestra presencia “escondida con Cristo en Dios” (Col 3,3) y por la riqueza y variedad de carismas de vida consagrada que aportáis a nuestra Iglesia diocesana.
Con mi cordial saludo y bendición:
+ Julián López,
Obispo de León