Mons. Joan E. Vives ¡Os deseo a todos Santa Pascua de Pentecostés!
Culmina hoy la Pascua de Resurrección del Señor, después de cincuenta días de alegría y de fiesta, con la donación del Espíritu Santo. Hoy el Señor nos dice: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22), como a sus apóstoles en el Cenáculo. Y nos envía a ser misioneros suyos, a todas las periferias del mundo. Como María y los apóstoles, también nosotros quedaremos llenos del Espíritu Santo para predicar con fuerza y autoridad la Palabra de Jesús, para hacer los mismos signos que Él hacía, para orar sin desfallecer y con las palabras y sentimientos adecuados, para amar con su mismo amor, para salir a dar testimonio con corazón valiente, para vivir en comunión y amor fraterno, para mantenernos siempre abiertos a la fe y a la esperanza, para caminar en santidad de vida y en la alegría del Evangelio, y poder llegar incorruptibles a la vida eterna.
Os invito a orar inspirándonos en la Secuencia gregoriana de Pentecostés «Veni Sancte Spiritus«, que es un poema en latín, con el que la Iglesia católica pide la asistencia del Espíritu Santo, el don más grande que Dios nos hace por el bautismo y la confirmación. La podemos cantar o rezar en la misa del día de Pentecostés, pues es un texto muy inspirado, que siempre trae suavidad y consuelo al corazón de los que la recitan humildemente y con dulzura.
El texto se atribuye a Stephen Langton (1150-1228), teólogo, cardenal y arzobispo de Canterbury. Es un himno ritmado para poder ser cantado, y de una gran belleza:
• Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo.
• Padre amoroso del pobre, Don, en tus dones espléndido.
• Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.
• Ven, Dulce Huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
• tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
• gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
• Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz y enriquécenos.
• Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro;
• mira el poder del pecado, si no envías tu aliento.
• Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo.
• Lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
• doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
• Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
• por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
• salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. Aleluya
La Secuencia nos dice que el Espíritu será nuestra luz, el que nos guiará hacia los pobres, y nos regalará sus siete dones. Porque es consolador, habita en nuestros corazones y socorre a los débiles. Él lava, riega con agua divina y cura todas las enfermedades. Hace dulce el camino de la vida, pone calor en nuestro interior y encarrila el que se desviaría. Y nos hace caminar por la senda de la virtud, con la alegría inmortal y plena.
Pidamos con suaves reclamos al Espíritu, que venga, para que nos dé la Paz, nos haga fuertes en las pruebas y llene la Iglesia para hacerla siempre fiel a su Señor. Santa Pascua de Pentecostés a todos!
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell