Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos: Llegamos hoy a la culminación del tiempo pascual con la solemnidad de Pentecostés. Hacemos presente hoy la promesa del Señor al ascender a los cielos: Dentro de pocos días seréis bautizados con Espíritu Santo (cf. Hechos, 1)
Hoy es el día en que abrimos nuevamente el corazón y el espíritu para recibir en nuestra vida el Espíritu Santo que como nos decía San Agustín es: «La caridad que viene de Dios y es Dios, es propiamente el Espíritu Santo, por el que se derrama la caridad de Dios en nuestros corazones, haciendo que habite en ellos la Trinidad. Por esta causa, siendo el Espíritu Santo Dios, se llama Don de Dios. ¿Y qué puede ser este Don, sino amor que nos allega a Dios, sin el cual cualquier otro don de Dios no nos lleva a Dios?» (De Trinitate XV, 18, 32)
Efectivamente, cuando pedimos el Espíritu Santo, pedimos la caridad, el amor de Dios que obra en nuestras vidas y habita en nosotros. Él quiere acompañarnos en el camino de nuestra vida sin abandonarnos jamás, por eso escuchamos hoy la exhortación de San Agustín: «El Espíritu Santo ha comenzado a habitar en vosotros. ¡Que no se tenga que marchar. No lo excluyáis de vuestros corazones. Es buen huésped: si os encuentra vacíos, os llena; si hambrientos, os alimenta; finalmente, sí os halla sedientos, os embriaga. Sea Él quien os embriague, pues dice el Apóstol: No os embriaguéis de vino, en el cual está todo desenfreno. Y, como queriendo enseñarnos de qué debemos embriagarnos, añadió: Antes bien llenaos del Espíritu Santo, cantando entre vosotros con himnos, salmos y cánticos espirituales,- cantando al Señor en vuestros corazones (Ef 5,18-19)» (Sermón 225, 4)
Que la celebración de este día sea una sincera petición para llenarnos de Él y que nuestras parroquias y comunidades sean un nuevo Cenáculo que transforme nuestras vidas y nos dé la valentía para anunciar el Evangelio, como fue el primer Pentecostés.
María tiene una presencia especial en este día que además coincide con la fiesta de María Auxiliadora. Como decía un día de Pentecostés el papa emérito Benedicto XVI: “No hay Iglesia sin Pentecostés. Y querría añadir: no hay Pentecostés sin la Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos “perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” -como nos refiere el libro de los Hechos de los Apóstoles (1,14)”.
Es también hoy un día importante en nuestro país ya que somos convocados para votar a aquellos que formarán los Ayuntamientos y las Cortes de Aragón, en nuestro caso. Es una obligación a la que los cristianos tenemos que responder con responsabilidad. Debemos votar en conciencia buscando a aquellos que sean los mejores candidatos y que busquen el bien común, así como el adecuado progreso de nuestros pueblos y ciudades. Rezamos hoy especialmente para que sepamos ejercer este derecho y obligación ciudadana y para que los resultados sean los más adecuados y los elegidos sepan ejercer sus cargos como un servicio en el respeto a todos.
Con todo afecto os saludo y os bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona