Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:
Como culminación de la Semana diocesana de la familia (que hemos tenido el gozo de celebrar del 11 al 18 de abril), Dios quiso regalar a esta Iglesia particular de Osma-Soria la Asamblea que celebramos el último día en un ambiente festivo y participativo. La experiencia, después de aquella primera Asamblea que tuvimos con motivo de la Misión diocesana, fue realmente hermosa: mucha participación de familias, de agentes de evangelización de las mismas, de sacerdotes, etc. Una vez más terminamos con el convencimiento y sacamos la conclusión que había merecido la pena el esfuerzo. Sí, de este modo vamos haciendo Iglesia, vamos creando lazos de la familia de los hijos de Dios y nos vamos conociendo más y mejor. No quiero dejar de agradecer a tantos voluntarios, de todas las edades, que se implicaron en sacar adelante todo el trabajo y que se han constituido como grupo para colaborar en todo lo que la Diócesis organice; mi gratitud y reconocimiento para ellos por su magnífica labor, no sólo en la Asamblea sino por su participación en toda la Semana.
Había muchas ganas de tratar y profundizar en el tema de la situación actual de la familia, las actitudes que pedía de todos y cómo estábamos respondiendo desde la pastoral a las necesidades que la familia actual tiene para que pueda lograr ser una familia evangelizada y evangelizadora. Del análisis que se había hecho por los diversos colectivos y grupos diocesanos se coincidía en que la familia está atravesando una situación de auténtica emergencia en cuanto a la vivencia de su fe y de la transmisión de la fe de unos a otros en el hogar. Nuestras familias se han ido descristianizado no poco a poco sino a pasos agigantados porque todos los cambios habidos en la sociedad en los últimos años han tenido en ellas una caja de especial resonancia. Dios es el gran ausente no porque Él no esté presente en las familias sino porque éstas se niegan a admitirle en su corazón, en su vida; de este modo plantean y viven la realidad familiar prescindiendo de Dios, como si Dios no existiese. La indiferencia religiosa, la falta de fe o la fe tan debilitada de los padres hacen que no sean capaces de transmitírsela a los hijos porque, como dice el refrán castellano, «nadie da lo que no tiene». Si los padres son indiferentes y no creen en la importancia de la fe para su vida ¿cómo podrán transmitirla a sus hijos?
En cuanto al segundo punto sobre el que reflexionamos, las actitudes que está reclamando esta situación de emergencia, se hizo mucho hincapié en que es necesario queno ignoremos la situación, que no cerremos los ojos a lo que está sucediendo, sino que los abramos para recordar una vez más que la familia es fundamental a todos los niveles y que hoy no está cumpliendo con su misión. ¿Qué misión? Ser taller donde se fraguan las personas maduras y los cristianos auténticos; quedó claro, una vez más, que sin la familia es muy difícil, por no decir imposible, lograr esa auténtica humanización y cristianización de los miembros de las mismas. Además, se insistió mucho en la necesidad de tomar muy en seriola potenciación prioritaria de una evangelización de la familia en la tarea pastoral si queremos lograr una nueva evangelización de nuestra sociedad.
Del mismo modo, se insistió en la necesidad de desarrollar una pastoral misioneraque vaya al encuentro de las familias que no van a venir a las parroquias para ofrecerles propuestas concretas de formación, reflexión, acción y ayuda pues muchas personas no conocen lo que la parroquia les ofrece y la ayuda que pueden recibir de la misma. Por eso, se urgió a dar a conocer a las familias de la parroquia el programa de pastoral familiar que ésta tiene por medio de visitas a las casas; también se pidió la puesta en marcha de una pastoral familiar des-clericalizada que no dependa sólo de los sacerdotes para pasar a una pastoral familiar global, en la que se integre a matrimonios (jóvenes, maduros y mayores) que sean, con los sacerdotes, auténticos agentes de evangelización.
En cuanto a la tercera cuestión (si desde las parroquias se estaba respondiendo a esta necesidad urgente de evangelización de la familia) las respuestas coincidían en afirmar que se van haciendo cosas pero no son suficientes; por eso se pedía a todos implicarse mucho más en esta tarea de evangelización. No puede ser que algunas parroquias se conformen, se dijo, con una atención puramente cultual sino que hay que ir cultivando mucho más una pastoral familiar misionera que busca a las familias.
Vuestro Obispo,
+ Gerardo Melgar
Obispo de Osma-Soria