Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos: En este cuarto Domingo de Pascua la liturgia nos presenta a Jesucristo Resucitado como el buen Pastor. Resuena la voz de Jesús que nos dice en el Evangelio: Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas (Juan 10, 11). Cristo resucitado nos acompaña en el camino de nuestra vida, Él nos conoce y sigue dando su vida por nosotros.
Jesús ha querido también llamar a personas concretas para que con una consagración total hicieran presente con su testimonio y sus palabras a esta figura de Jesús como buen Pastor. Por ello, en este cuarto Domingo de Pascua, desde hace más de cincuenta años celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
El Papa nos ha dirigido, como es tradicional en este día, un mensaje en el que comienza recordándonos: La importancia de rezar para que, como dijo Jesús a sus discípulos, «el dueño de la mies… mande obreros a su mies» (Lc 10,2). Jesús nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión (cf. Lc 10,1-16).
Para poder vivir esta llamada el Papa Francisco nos recuerda la experiencia del Éxodo del pueblo de Israel, narrada en el segundo libro de la Biblia que lleva el mismo nombre: Libro del Éxodo. Nosotros queremos, también hoy, escuchar la voz de Cristo, nuevo Moisés y, así, como nos dice Francisco: seguir la voz de Cristo buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida y, como nos sigue diciendo el Papa, suscitar en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios.
Es necesario, como tantas veces os insisto, en que no desfallezcamos en orar con insistencia al Señorpara que conceda a su Iglesia personas consagradas y especialmente en nuestra diócesis de Tarazona.Junto a la oración es importante también la propuesta; sí, debemos proponer, sin vergüenza y con ilusión la vocación consagrada. La mejor propuesta es nuestro testimonio que presente una vida entregada con alegría al servicio del Señor y de los hermanos.
El Papa Francisco nos recuerda, citando al Papa emérito Benedicto XVI, que: La raíz profunda de todo esto es el amor. En efecto, la vocación cristiana es sobre todo una llamada de amor que atrae y que se refiere a algo más allá de uno mismo, descentra a la persona, inicia un «camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios»
Con el Papa quisiera que todos nos uniéramos hoy en oración y en torno a María, como en el Cenáculo, Ella, nos ayudará para estar plenamente disponibles al designio que Dios tiene para cada uno de nosotros, para que crezca en nosotros el deseo de salir e ir, con solicitud, al encuentro con los demás (cf. Lc 1,39). Que la Virgen Madre nos proteja e interceda por todos nosotros.
Con todo afecto y cariño os felicito y os bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona