Mons. Javier Salinas Viñals Todos hemos nacido en una familia. Es ahí donde hemos aprendido las actitudes y el lenguaje básico de nuestra vida. Esta dimensión comunitaria es una realidad inscrita en lo más hondo de nuestro ser. También en la vida cristiana sucede igual: nacimos en la fe en la Iglesia que nos acogió el día de nuestro bautismo. Concretamente en nuestra parroquia, que es la realidad más cercana de la Diócesis de Mallorca. En ella vivimos los grandes acontecimientos que van marcando nuestro vivir, especialmente la celebración de la Eucaristía del domingo. En la parroquia aprendemos a vivir como cristianos, porque en realidad la fe es un don de Dios que se aprende y se sostiene con el testimonio de los demás, especialmente con la Palabra y los sacramentos que la Iglesia celebra y nos transmite.
Pero para sostener esta vida comunitaria es necesaria la aportación de nuestra propia experiencia de fe, nuestra voluntad de crecimiento en todas las dimensiones de nuestra vida cristiana. Sin la aportación personal de cada cristiano no es posible la vida comunitaria de la Iglesia. Y a la vez, sin esta vida comunitaria la nuestra se empobrece y no se sostiene. Para ello son necesarios medios e instrumentos que la hagan posible. Desde un lugar de reunión que hay que sostener, a personas que dediquen su vida al servicio de los demás, hasta la ayuda a quienes viven en situaciones de dificultad y necesitan nuestra compañía.
Por ello, la Iglesia Diocesana de Mallorca necesita tu ayuda y tu compromiso económico. Una Iglesia que está situada cerca de tu casa, en cada una de las parroquias que la configuran. Y una Iglesia que los cristianos, y todos aquellos que apoyan sus iniciativas, pueden sostener libremente con su ayuda económica.
+ Javier Salinas Viñals
Obispo de Mallorca