Mons. Jaume Pujol Como cada año, acudo con gran satisfacción a sumarme a los donantes de sangre. Esta vez nos han citado el día 20 en el Teatro Tarragona. Con este motivo deseo transmitir a los organizadores de esta maratón humanitaria mi más cordial enhorabuena por una iniciativa que cumple diez años.
Esta década ha servido para salvar muchas vidas. La sangre es una necesidad absoluta para que los hospitales puedan hacer transfusiones, o tratamientos con sus componentes, en caso de accidentes o de enfermedades en los que el paciente necesita de este elemento. Cada día en Catalunya hacen falta mil donaciones.
Y me satisface destacar que la maratón es una iniciativa que se ha revelado de gran eficacia, hasta el punto de que el día que se celebra, Tarragona bate el record de donantes que se hacen en un día de donación en Catalunya, España y Europa.
No es sólo un dato estadístico, sino una muestra de solidaridad que conmueve. En medio de una sociedad individualista, en la que el egoísmo parece predominar, se dan destellos de esperanza y este es uno de ellos. El donante no sabe quién se va a beneficiar de su gesto altruista. Lo hace porque tiene una visión acertada de la fraternidad universal que, lejos de ser un concepto teórico, es una realidad que para los cristianos es la mayor bandera.
Cierto que hay otras muchas banderas dignas, y aquí me gustaría referirme hoy a una muy conocida, de carácter internacional: la Cruz Roja, que precisamente celebra este año su 150 aniversario.
Su historia se inscribe en uno de los conflictos europeos y tiene un nombre propio, Henry Dunant, un negociante suizo que en un viaje se encontró en la población de Solferino (Italia) el día que allí se libraba una gran batalla entre los ejércitos austríaco, francés y piamontés. Al anochecer del 24 de junio de 1859, unos 40.000 hombres yacían en tierra abandonados a su suerte. En 1864 creó la Cruz Roja, con imagen gráfica basada en el diseño de la bandera suiza, dedicada desde un primer momento a atender a heridos de guerra. Lógicamente la donación de sangre fue una de sus primeras necesidades.
Tanto en los ruidosos escenarios bélicos como en las silenciosas salas de un hospital, la sangre es vital para muchas personas que de otro modo morirían. Celebro que cada día haya más conciencia de que la solidaridad es una forma habitual de relación entre las personas.
+ Jaume Pujol Bacells
Arzobispo de Tarragona y primado