Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos:
Celebramos este domingo la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz , conmemoración que en muchos lugares es ocasión de las fiestas patronales, y que al coincidir este año con el domingo nos hace a todos aproximarnos, nuevamente, a este misterio de amor.
Paradójicamente, celebramos en un signo de derrota como es la cruz, el signo de nuestra victoria y de nuestra salvación. Como nos dice hoy el texto del Oficio de Lecturas, de San Andrés de Creta, obispo: “ Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz y, junto con el Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro… la salvación.
La Cruz no es, por lo tanto, un mero símbolo religioso, es sobre todo un misterio de amor. El perdón y la reconciliación se muestran en las llagas de Cristo. El perdón que nos da Dios no es cancelar una cuenta que tenemos con Él: el perdón que nos da Dios son las llagas de su Hijo en la Cruz, elevado sobre la Cruz. Que Él nos atraiga hacia Él, y que nosotros nos dejemos curar. Cuántas veces ha insistido el papa Francisco en este aspecto fundamental de nuestra fe cristiana.
En este día de la Cruz no podemos olvidar a todos aquellos que viven crucificados y que como Cristo son inocentes. La violencia extrema que hemos visto estos días en Ucrania, Siria, Irak o Tierra Santa; el hambre y las enfermedades en países de África, la pobreza a la que tantos se ven sometidos. En todas estas realidades, Cristo sigue agonizando en la Cruz y, nuevamente, nos dice “tengo sed”, sed de justicia, sed de perdón, sed de amor.
Acerquemos, con nuestra oración y con nuestra solidaridad, un poco de agua a aquellos que con Cristo nos siguen pidiendo calmar su sed. Por eso, como dice la antífona de entrada de la Misa de este día: “Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo”.
Nos gloriamos en ella, cuando en nuestras dificultades y “cruces” ponemos en Cristo nuestra esperanza; y nos gloriamos en ella cuando nos sentimos hermanos de todos aquellos que sufren y sabemos, a pesar de nuestras debilidades, tender nuestra mano a todo aquel que sufre.
Por ello, en este día, unidos a toda la Iglesia, elevamos nuestra súplica al Señor:¡Cruz de Cristo, Redentor, te adoramos, sálvanos! Que la Virgen de los Dolores –cuya fiesta celebraremos mañana–: nos enseñe a estar al pie de la Cruz de su Hijo para ser salvados y recoger las fuentes de salvación, para que así podamos nosotros salvar a nuestro mundo.
No quiero concluir esta carta sin informaros, queridos hermanos, que el domingo 21 por la tarde, 22 y 23 de este mes tendremos una encuentro de formación todos los sacerdotes de la diócesis a fin de organizar el plan pastoral para el próximo curso. Es un encuentro muy importante. Os invito cordial e insistentemente, queridos sacerdotes, a participar en este momento tan decisivo de la vida de la diócesis, dejando por unos días las labores pastores ordinarias. Así mismo ruego a todos los fieles de la diócesis a rezar por estas importantes jornadas. Gracias.
Con todo afecto os saludo y os bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona
14 de septiembre de 2014