Mons. Joan E. Vives Estos son días de mucha fiesta en toda nuestra Diócesis y en el Principado de Andorra. Celebraremos el día 8 la gran solemnidad de la Natividad de la Virgen María, que entre nosotros festejamos como Patrona principal de la Diócesisbajo la advocación de Núria y de Meritxell, en Andorra. También tantos otros lugares donde María ha sido «encontrada» acompaña al Pueblo de Dios en su peregrinación: Mijaran, Sogues, Sacristía, Socorro, Arboló, Ares, Almatà, Talló, etc. Este es el día en que los creyentes del mundo rezamos con ternura y devoción ante la cuna de la Virgen, recordando su Natividad en el hogar de Joaquín y Ana. Nace una niña que, manteniéndose Virgen, engendrará el Hijo de Dios hecho hombre, Jesús, nuestro Salvador, y por Él, muchos hijos nacerán a la vida eterna.
María es la nueva Eva. Así como por Eva entró el pecado en el mundo, con su no a Dios, para encerrarse en el hacer su voluntad, con amor propio, y egoísmo… por María entra la gracia. Esto es lo que, dicho de forma poética, se adivina en el relato de la creación (Gn 1-2) cuando habla de que los primeros padres, creados libres, eligieron el no a Dios; comer del «árbol de la ciencia del bien y del mal«, es decir, decidir de forma cerrada y propia lo que está bien y lo que está mal, sin ninguna referencia a una ley de la creación y de un Creador todopoderoso. También ocurre esto hoy en día. O peor, ni decidimos. No queremos tomar decisiones, el gran drama de la juventud de hoy, los hombres y mujeres de hoy, también de los responsables. Creernos que somos nosotros los que podemos decidir el bien y el mal. María es la nueva Eva, la que no decide ella sino que escucha a Dios, busca la voluntad de Dios, la ama y la pone en práctica. Feliz aquella que escucha la Palabra de Dios y la practica. Jesús cambió la alabanza de una mujer del pueblo: «Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te criaron«, y, con buen humor, la transformó. Mi madre no es feliz sólo por eso. Mi madre y todos los que son como ella, serán felices porque ponen en práctica la Palabra de Dios, la escuchan y le hacen caso. Hoy María nos sigue invitando a escuchar a Dios, a hacer lo que Él nos manda sobre el bien y el mal, y así amar a Dios y al prójimo, amar del todo, y amar de verdad. El misterio de Dios que se hace hombre y la participación divina del hombre asumido por el Verbo, representan la suma de los bienes que Cristo nos ha dado, la revelación del plan divino y la derrota de la presuntuosa autosuficiencia humana. La venida de Dios entre los hombres, María la hace posible con su sí juvenil, generoso, misterioso, difícil de entender incluso para San José, con quien ya había un acuerdo matrimonial y que humildemente pensaba respetarlo, retirándose, y a quien el ángel le dirá: ¡No temas, José; acoge a Maria! ¡Hagámoslo también nosotros!
La celebración de la Patrona de la Diócesis y del Principado de Andorra honra la Natividad de la Virgen, que es ya el anuncio de la salvación que llega y nos llena del gozo del Evangelio. ¿Cómo podríamos no estar alegres del amanecer que anuncia el sol? Hoy le pedimos a la Virgen de Núria que, por la cruz, aprendamos a seguir a Cristo dando la vida por amor, como Él lo hizo en la cruz; por la campana no olvidemos nunca la voz de Dios, la voz de arriba, y prefiramos buscar las cosas espirituales; y por la olla compartida seamos gente de solidaridad, de dar calor y ayuda al prójimo que nos necesita. Roguemos a la Virgen con la oración más antigua (s. III): «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡Oh Virgen gloriosa y bendita«. Santa fiesta de nuestra Madre y Patrona!
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell