Mons. Francesc Pardo i Artigas Este domingo, en vísperas de la festividad de san Cristóbal, celebramos, desde hace algunos años, la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, organizada por nuestra activa Delegación episcopal de Tráfico.
Un sábado por la tarde, empezando a anochecer, hace ya unos cuantos años, debía celebrar la Eucaristía en más de una parroquia. Se me hacía tarde y aceleré la velocidad del coche. De pronto diviso una pareja de “mossos” (policía de Cataluña) que me da el alto. Los conocía. Y me dicen: “Padre, ¿A dónde va tan deprisa?”. Se lo explico, y uno de ellos me contesta: “Pues tenga cuidado porque es preferible llegar tarde a no llegar”. Y, en tono de humor, añade: “¡Ah!, y le pondré la siguiente penitencia: reflexione durante diez minutos, cuando pueda hacerlo, sobre qué prefieren los que le esperan; que llegue tarde, que no llegue o que quede malherido”. Acabaron escoltándome.
He de confesar que no siempre tengo presente ese consejo sensato y cristiano a la vez. Y, por experiencia, veo que bastantes conductores tampoco se lo hacen suyo.
La jornada va dirigida también a reflexionar, como peatones que somos, al circular a pie por nuestras calles, donde hay que ser prudentes y hacer caso de las indicaciones. Cruzar las calles con los semáforos en rojo, por ejemplo, es una temeridad.
¿Qué finalidades persigue la jornada?
– Reconocer y afirmar que nuestro Dios es un Dios de vida que no estima la
muerte. Precisamente su oferta de salvación contempla vida para siempre y
en plenitud.
– Estar atentos a la pregunta de Dios: ¿Qué has hecho de tu hermano?
¿Qué estás haciendo por tu hermano que conduce o camina?
– Pedir a Dios el don de la prudencia para no poner en peligro nuestra
propia vida y la de los demás.
– Redescubrir que el amor a los demás, cuando conducimos una máquina,
exige la virtud de la obediencia a unas normas de circulación, prudencia y
abstinencia en el consumo de productos que impiden una buena
conducción.
– La plegaria y el agradecimiento para con todos los responsables de
asegurar la organización del tráfico, su seguridad y asistencia llegado el
caso.
– Trabajar para que nuestras carreteras y autopistas no sean caminos de
muerte, sino de circulación segura hacia encuentros familiares, lugares de
trabajo, momentos de diversión, visitas, vacaciones…
– Concienciar de la responsabilidad que todos tenemos al conducir.
– Acompañar a las familias que viven el sufrimiento de alguna víctima mortal
o heridos en accidentes da tráfico.
– Orar por los accidentados y por las víctimas.
Es por todo ello que la Delegación ha organizado un concurso de dibujo y de redacción entre los alumnos de las escuelas, ha promovido cursillos de seguridad en la universidad, ha reunido a familiares de accidentados… Este domingo, en la parroquia de San José de Girona, acompañados por los responsables de Tráfico, asociaciones de víctimas, familiares… celebraremos la Eucaristía. Después, en el Casal Cartañá, entregaremos los premios de los concursos de dibujo y redacción.
Es oportuno recordar la expresión de san Irineo, “la gloria de Dios es la vida del hombre”, y añadir: “Cuídala al volante”.
+ Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona