Mons. Salvador Giménez Podríamos los cristianos hacer una sencilla prueba consistente en enumerar las veces que escuchamos advertencias sobre el cumplimiento del mandato de la caridad en nuestras vidas. Son muchas, nunca demasiadas. Sobre todo cuando escuchamos o leemos la Palabra de Dios. Pero también en las homilías, en las sugerencias de las reuniones de formación, en los carteles de las distintas campañas. Nos lo recuerdan de un modo insistente los numerosos equipos formados alrededor de CÁRITAS que tienen como objetivo importante la sensibilización de toda la comunidad en el amor a los hermanos. No es un consejo, es un mandato. No es una exigencia para unos pocos,
es para todos los seguidores de Jesús.
Cuando llega la solemnidad del Corpus la llamada de la caridad de Cristo se hace más concreta y completa nuestra actitud de participación y adoración a la Eucaristía, tanto en la celebración en el interior de los templos como en las procesiones en las calles de nuestros pueblos. No en balde esta fiesta ha recibido el nombre de DIA DE LA CARIDAD.
Los equipos directivos de CÁRITAS, parroquiales y diocesana, multiplican sus esfuerzos para que toda la comunidad cristiana sea sensible a los proyectos de ayuda y promoción en favor de las personas mas desfavorecidas. Lo que cada equipo hace de modo habitual y callado a lo largo del año, se transforma por unos días en un torrente de cifras, servicios y preocupación informativa hacia toda la sociedad. Son momentos de hacer visible la gran cantidad de carencias, pobrezas y angustias de muchos hermanos nuestros. Nos lo advierte el papa Francisco en su exhortación La alegría del Evangelio: (dar de comer) “implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos” (Núm. 188) El tiempo de la crisis se alarga demasiado y las familias empobrecidas aumentan de forma considerable. Es cierto que también han crecido los signos de solidaridad.
Conviene reconocerlo y profundizar en el intento de erradicar las causas que conducen a tanto sufrimiento y desesperación. Pongamos lo mejor de nosotros mismos para conseguirlo. Descubramos y denunciemos los males pero también colaboremos en su eliminación. Antepongamos siempre las personas a los intereses, los egoísmos y los aspectos materiales. Defendamos la dignidad del ser humano como hijo de Dios y tratemos de amar al otro como lo hizo Jesucristo, hasta la muerte, sin exclusiones.
Ruedas de prensa, entrevistas, carteles, colectas, llamadas de atención, sugerencias para las homilías… son algunos de los medios que utiliza CÁRITAS para acercar esta realidad al corazón de todo creyente y también para informar de sus actuaciones a todas las personas de buena voluntad que han confiado a ella sus donativos. Como es costumbre se ha elaborado una memoria de actividades del año 2013. Es el conjunto de acciones, de servicios que ha llevado a cabo. Se intuye también lo más importante: la gran cantidad de personas que se han responsabilizado de su ejecución.
Termino expresando un sentimiento agradecido y lleno de alegría al comprobar la coherencia de tantos que aman a los demás siguiendo el mandato de Jesucristo. Nos lo recuerda a diario la Iglesia porque Cáritas es indudablemente la misma Iglesia.
† Salvador Giménez Valls,
Obispo de Menorca