Mons. Jesús Murgui Queridos diocesanos:
Hace pocos días nos uníamos a la iniciativa de rezar por las vocaciones junto a las otras diócesis que constituyen con la nuestra, la provincia eclesiástica, formando así una verdadera cadena de oración humana. Sin duda, éste es un signo elocuente que evidencia el aprecio que nuestra Iglesia Diocesana siente por el cuidado de las vocaciones. Dios sigue llamando; no se cansa de invitarnos a una vida plenamente feliz:
la santidad. Y en este tiempo actual, tiempo de velocidad, de prisas, de inmediatez que nos lleva muchas veces a lo accesorio y superfluo, Jesucristo, el Señor, pone su mirada en muchos hombres y mujeres llamándolos a una especial consagración en la vida religiosa. Hoy, para nosotros los religiosos son un precioso regalo de Dios que nos estimulan con su entrega generosa al Señor, a dejarnos seducir por su ternura y amor.
Por ello, nuestro querido Papa Francisco decía el pasado día 2 de Febrero, refiriéndose a los religiosos que «la Iglesia y el mundo necesitan de este testimonio de amor y de la misericordia de Dios». Os invito por tanto, a darle gracias a Dios por cada uno de ellos, pidiendo de modo singular por su perseverancia en el amor.
El mes de Mayo en el que nos encontramos, en el marco de la cincuentena pascual, es significativo por diversos aspectos. Uno de ellos es la celebración de las primeras comuniones. Es precioso poder ver en la sencillez de los niños el deseo de acercarse a Jesús respondiendo a la invitación que Él mismo hizo a sus discípulos «dejad que los niños vengan a mí» (Lc 18.16). De la misma manera, encaminándonos hacia
Pentecostés son muchos los que reciben durante estos días el Don del Espíritu en la Confirmación. Le suplicamos pues al Espíritu, que colme a cada uno de los que suplican la fuerza de lo alto, para que nuestra querida Iglesia Diocesana, con la fuerza del Paráclito sea anunciadora del Evangelio de Jesús.
Singular es también la entrañable manifestación que durante este mes se dedica a nuestra Madre la Virgen María. Bajo la gran diversidad de advocaciones con las que nuestras comunidades acuden a la Madre del Señor, ella, tal como hizo con los discípulos, sigue caminando con esta Iglesia que peregrina en Orihuela-Alicante. Totus Tuus, refiriéndose a la Virgen María- fue el lema que nuestro querido San Juan Pablo II
acogió cuando emprendió su servicio como Papa. Del mismo modo que él quiso dejar impregnada de la luz de María toda su labor por la Iglesia, acudimos también nosotros a ella, pidiéndole que a estas alturas, casi en la última etapa de este curso pastoral en el que nos encontramos, nos conceda ser fieles al proyecto de amor que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Recibid mi saludo y bendición
+ Jesús Murgui Soriano
Obispo de Orihuela-Alicante