Mons. José María Yaguas Queridos diocesanos:
El pasado lunes, 3 de marzo, finaliza la “visita ad Limina Apostolorum” el primer grupo de Obispos españoles. En este grupo nos encontrábamos los Obispos de las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Toledo, cuyos límites se corresponden, más o menos, con los de la autonomía de Castilla – La Mancha. La Visita tuvo un prolegómeno feliz del que pudimos ser testigos: los actos de creación de un nuevo grupo de Sres. Cardenales, entre los que se encontraba el Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, S.E. Mons. Fernando Sebastián, autor de numerosos libros de Teología, que fue Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.
La visita ad Limina es un antiguo instituto canónico, según el cual los Obispos del mundo entero deben trasladarse a Roma cada cinco años −aunque, con frecuencia y por motivos diversos, pasan más años entre visita y visita−, con el fin de venerar los sepulcros de los Apóstoles Pedro y Pablo y de presentarse al Santo Padre. La visita ad Limina Apostolorum coincide con la presentación que cada Obispo debe hacer al Santo Padre de una relación o informe sobre el estado y situación de la propia diócesis.
La finalidad de la Visita no es de carácter principalmente administrativo o jurídico -disciplinar. La Visita reviste un hondo significado teológico, pastoral y espiritual. Se trata, sobre todo, de un acto de comunión de cada una de las Iglesias particulares con el Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro. Con el encuentro de cada uno de los Obispos con el Romano Pontífice se expresan y refuerzan los vínculos de fe de las Iglesias diseminadas por todo el mundo con el Obispo de Roma; se aviva, a la vez, la conciencia de formar parte de un único Colegio Apostólico, sucesor del Colegio de los Doce; se experimenta de manera especialmente viva la universalidad de la Iglesia; se percibe con luz nueva la íntima relación ente la Iglesia Universal y las Iglesias particulares; se participa de las preocupaciones y esperanzas comunes, y cada Iglesia con su Pastor se siente confortada y comparte la alegría de la fe común.
A lo largo de estos ocho días hemos tenido oportunidad de visitar las distintas Congregaciones Romanas, de recibir sus indicaciones y sugerencias, de hacerles partícipes de las cuestiones que más nos preocupan y de pedirles el estudio de diversos problemas comunes.
Dos momentos han revestido un significado especial en la visita ad Limina: de una parte, la celebración de la Sagrada Eucaristía en las basílicas romanas de San Pedro en el Vaticano y de San Pablo fuera de los Muros, donde se conservan los restos de los dos grandes Apóstoles, insignes testigos de la fe cristiana; de otra, el encuentro de los distintos grupos de Obispos con el Santo Padre. Estoy seguro de reflejar el sentir común si digo que este último ha constituido para todos un momento especial. A todos ha ganado, aunque seguramente ya lo había hecho antes, la sencillez, la espontaneidad, la sinceridad, la cercanía, el espíritu fraterno, el sentido de Dios, la preocupación por todos, de que el Papa ha hecho gala en los largos encuentros con los distintos grupos.
Deseo agradeceros a todos las oraciones por el Papa y por los Obispos españoles en estos días, a la vez que os ruego sigáis pidiendo a Dios Nuestro Señor por el Papa Francisco y por el fruto de estos días de gracias pasados en Roma, junto al Sucesor de Pedro, servidor de la unidad de todo el Pueblo de Dios.
+ José María Yanguas
Obispo de Cuenca