Mons. Jaume Pujol El próximo domingo tendremos la satisfacción de acoger en Tarragona la beatificación de 522 de mártires, con la peculiaridad de que son del siglo XX, por lo que quedan aún parientes vivos y testimonios directos en muchos casos.
Confieso que me estremezco cada vez que pienso en estos mártires. Miro sus caras —sus fotografías—, sus biografías, jóvenes algunos, mayores otros, de todas las partes de nuestra geografía. Son rostros cercanos. No hace tanto de su martirio: 75 o 76 años… Viven aún sus familiares próximos.
Estamos ante la ceremonia de beatificación más numerosa de la historia de la Iglesia. Y, sin embargo, no importa el número. Miro a cada uno. Cada uno ha dado su vida amando, perdonando. Desde el queridísimo Obispo Borrás hasta el último de los que serán beatificados: todos nos dan ejemplo de amar, de perdonar infinitamente. Son corazones generosos, limpios. Porque amar a Dios es inmediatamente amar a todos, sin excepción; como nos enseñó Jesucristo: amad a vuestros enemigos, nos dijo.
Vale la pena estos días bucear en cada uno de los nuevos mártires y en su martirio. Son ejemplos muy cercanos, en primer lugar para nosotros, los cristianos. Me lo digo a mi mismo. Pienso que nos enseñan a perdonar a nuestros hermanos, sin ningún límite. Es el camino de Jesús, el que siguió Él mismo: morir en la Cruz por amor y perdonando.
Los mártires fueron víctimas inocentes de una persecución religiosa que vivió nuestro país en medio de una guerra fratricida. La guerra es el desastre humano total. Es un fracaso de todos. Pienso sinceramente que los nuevos mártires nos están enviando desde el Cielo un mensaje clarísimo: que nos hemos de perdonar, todos a todos.
Y perdonar no es sólo olvidar, es llegar a querer al otro. Esta es la caridad cristiana. ¿Pero perdonar, olvidar, no será una ingenuidad? Además, ¿es posible llegar a este extremo de altruismo, de amar a tus enemigos? Esta es precisamente la fuerza del martirio: su credibilidad. Con la entrega de su vida, de su única vida en la tierra, dan testimonio de que sí es posible hacerlo. Y, además, nos indican que ése es el camino de la felicidad de la que ahora se declarará solemnemente que gozan en el Cielo. Esa es la gran fiesta que nos disponemos a celebrar los cristianos y todos lo hombres de buena voluntad en Tarragona el próximo día domingo, día 13, y a la que estáis todos invitados.
Al expresar el íntimo gozo que siente la Iglesia de Tarragona por la beatificación inminente, acudo a la Virgen María, Reina de los Mártires, como rezamos en las letanías del Rosario, para que Ella nos ayude a seguir el ejemplo de estos testigos de la fe que pusieron en Dios su esperanza y derramaron su caridad incluso con aquellos que les quitaban la vida.
+ Jaume Pujol Bacells
Arzobispo de Tarragona y primado