Mons. Alfonso Milián Es mi última carta antes del comenzar las vacaciones del verano y espero que nos volvamos a encontrar el primer domingo de septiembre. Durante estos dos meses todos procuraremos hacer unos días de vacaciones, aunque la crisis seguramente nos obligará
a hacer recortes también en esto.
Las vacaciones son días para el descanso, para la convivencia, para leer ese libro que siempre queda aparcado, para hacer algún cursillo y también para retirarse y vivir un encuentro más intenso con Dios. Es verdad que con Dios siempre podemos encontrarnos, unas veces porque lo buscamos y otras, porque, sin pretenderlo nosotros, Él nos sale al encuentro.
Esto es lo que les ha ocurrido a esa pareja secuestrada en Colombia ―María Concepción y Ángel―, y felizmente liberada. Durante su secuestro vivieron momentos de verdadera angustia, tal como ellos mismos nos han dicho: «Temimos por nuestra vida en todo momento sobre todo cuando los secuestradores pararon el automóvil en medio del desierto, nos bajaron del coche y nos pusieron de rodillas. Nos abrazamos llorando y rezábamos el Padrenuestro en alto. Nos estábamos despidiendo, porque pensábamos que nos iban a matar».
En ese momento dramático, Dios se dejó ver en medio de su desesperación. Le rezaron como quizás nunca habían rezado en su vida. En medio de la soledad del desierto y de la lejanía de los suyos, sintieron la cercanía de un Dios que es Padre y escucha nuestras súplicas. Una persona creyente nunca se siente sola; siempre tiene la compañía de Dios. ¡Qué seguridad y confianza nos da la fe!
Dios se nos manifiesta también cuando contemplamos la naturaleza con ojos limpios o cuando abrazamos al hijo recién nacido, pero también cuando compartimos el dolor de una familia en paro. En todos los sitios está Dios. Para verle, hay que tener capacidad contemplativa y sensibilidad para responder a las llamadas que nos hace desde esas situaciones que contemplamos. Las vacaciones son tiempo propicio para
contemplar sosegadamente cuanto nos rodea.
Las vacaciones también sirven para acrecentar nuestra formación. Todos los años las Delegaciones de Catequesis de las diócesis de Aragón organizan una Escuela de Verano para Catequistas, que este año tendrá lugar del 2 al 4 de julio en Peralta de la Sal. Serán días de formación y encuentro entre los que compartís el hermoso y necesario servicio de la Catequesis en las parroquias de nuestras Iglesias. Catequistas, os invito a
participar; os hará bien y la alegría del trabajo realizado compensará el esfuerzo que tengáis que hacer para asistir.
Este año la Escuela de Verano se centrará en el Concilio Vaticano II, ya que estamos celebrando el 50º aniversario de su convocatoria. «La Iglesia ―dijo Pablo VI en la clausura del Concilio― se ha declarado servidora de la humanidad. (…) Más aún, el propósito de practicar este servicio ha ocupado un lugar central. (…) En el rostro de todo hombre, especialmente si se ha hecho transparente por las lágrimas y dolores, debemos reconocer el rostro de Cristo».
A todos deseo un buen descanso abierto al Espíritu de Dios, con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón