Mons. Salvador Giménez, Los católicos generalmente nos congratulamos de la universalidad de nuestra fe. Se anuncia, como nos mandó el Señor, a todas las gentes cualesquiera que sea su cultura o etnia, en cualquier tiempo de la historia. Y ha prendido en el corazón de todas las personas. No ha habido, de entrada, rechazo cultural al mensaje del evangelio; ha habido respuesta personal de cada uno a la oferta de salvación de Jesucristo en sentido afirmativo o negativo. El contenido esencial del cristianismo ha sido el mismo a lo largo de los siglos modulándose en las formas o en el lenguaje. Impresiona pensar que rezamos con las mismas palabras que los Padres de la Iglesia, en los primeros siglos de nuestra era, o con los pueblos más alejados de nuestra geografía.
La fe en un mismo Dios, el seguimiento de Jesucristo, el mandato del
amor, la búsqueda de la fraternidad… son realidades que compartimos como
un don que ni inventamos ni consensuamos sino que recibimos, las vivimos y
las transmitimos.
Además de estos principios, la Iglesia orienta y promueve gestos para
resaltar ante el mundo entero esa unidad tan querida por todos. Así el Papa
anuncia determinadas líneas de actuación o realidades que nos comprometen
a todos. En estos momentos nos llama a una nueva evangelización o a la
celebración del Año de la Fe.
Mañana, solemnidad del CORPUS CHRISTI, se ha anunciado como un
gesto significativo dentro del Año de la fe, la adoración eucarística, durante una hora, en unión con el Santo Padre desde la Basílica de san Pedro de Roma y con los obispos desde todas las catedrales del mundo. Así lo explica el
responsable de llevar a cabo esta iniciativa: la adoración eucarística, tendrá
lugar, mañana, 2 de junio, de las 17 a las 18 y su lema es “Un solo señor, una
sola fe”, elegido para atestiguar el sentido de profunda unidad que lo
caracterizará. “Será un evento – ha explicado monseñor Fisichella- que tendrá
lugar por primera vez en la historia de la Iglesia y que podemos calificar como histórico. Las catedrales del mundo se sincronizarán con la hora de Roma y
estarán, durante una hora, en comunión con el Papa en la adoración
eucarística. La adhesión a esta iniciativa ha sido masiva y ha ido más allá de
las catedrales, involucrando a las conferencias episcopales, parroquias,
congregaciones religiosas, sobre todo los monasterios de clausura y las
asociaciones”.
Os invito encarecidamente a todos los menorquines a participar con
vuestra presencia en la catedral, a esa misma hora –de las 17 a las 18 horas-;
con este gesto expresaremos la unidad con todos y nos acercará aún más al
significado de este día, tan popular entre nosotros, de manifestación pública de nuestra fe.
+Salvador Giménez,
Obispo de Menorca