Mons. Alfonso Milián En el sombrío panorama del creciente número de personas afectadas por las consecuencias de la crisis hay un pequeño rayo de esperanza: la respuesta que tantas gentes de buena voluntad están dando, a veces, como la viuda del Evangelio, compartiendo sus menguadas posibilidades con los que sufren mayores necesidades. A través de las parroquias, de Cáritas y de otras meritorias iniciativas solidarias, van
fluyendo las aportaciones y el voluntariado que se encarga de recoger y distribuir alimentos y de ayudar a quienes se encuentran en penosas situaciones de desahucio y exclusión.
Son gestos que valoro positivamente y que me llevan, en nombre de nuestro
Señor Jesús, a dar las gracias a todos cuantos estáis manteniendo vivo el esfuerzo para seguir ayudando a los que lo necesitan. También invito a todos mis diocesanos, los que formamos esta Iglesia de Jesús que peregrina en Barbastro-Monzón, a renovar la colaboración, porque las necesidades siguen aumentando, mal que nos pese.
Además, con ocasión de la festividad del Corpus Christi, que hoy celebramos,
me atrevo a insistir en la propuesta que viene haciendo la Iglesia por medio de Cáritas: vivir sencillamente como respuesta a esta situación de crisis socioeconómica y como respuesta también a tantas insatisfacciones y vacíos, a tantas soledades y hastíos como existen en nuestro mundo. La fiebre del consumismo se ha convertido en un dios, en un potente foco de atracción de nuestros sueños, deseos y búsquedas. Por esto mismo, la falta de empleo se está viviendo con una angustia añadida, ya que amenaza nuestra posibilidad de consumir.
Este camino, que debilita tantos sueños de confort y bienestar, y desmorona el estado de bienestar, tal vez sea capaz de llevarnos a una tierra prometida, que ofrece un nuevo modelo de vida, unas nuevas relaciones con el mundo, con la naturaleza y con los demás. La campaña de Cáritas, en este año, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el trabajo, con lo que éste significa y con lo que esperamos de él. También llama nuestra atención sobre el modelo de convivencia, y nos llama a construir comunidad y a tejer redes de solidaridad, que hagan la vida más humana.
El desarrollo, la economía, el trabajo y la relación con los demás son cuatro
pilares sobre los que se ha asentado nuestra sociedad y ese modelo de vivir que ahora se ha puesto en cuestión. Podemos quedarnos como estamos o emprender el viaje hacia una tierra distinta. Podemos atrevernos a dibujar nuevos trazos de la historia haciendo posible un mundo más justo y sencillo, en el que crezcamos juntos en humanidad y en fraternidad.
Hay un refrán que repetimos muchas veces: no hay mal que por bien no venga.
¿Será la crisis una ocasión providencial para que despertemos, veamos las
equivocaciones que hemos cometido y enmendemos nuestros pasos? No olvidemos que muchas veces Dios escribe derecho con renglones torcidos, como atestigua la sabiduría popular.
¿Que nos quiere decir Dios en estos momentos?
Mi afecto y bendición para todos, especialmente para las familias que sufren las consecuencias de la falta de empleo y de recursos.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón