Mons. Jesús García Burillo Queridos diocesanos:
En la solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos un año más la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Un día en el que se proclama de nuevo el mandato del Señor:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc. 16, 15). Este año, el Papa emérito Benedicto XVI, siguiendo la temática de las anteriores Jornadas, propuso como lema «Las Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios de evangelización». Ciertamente, en los últimos años, han surgido nuevas formas de interacción entre los hombres. Las llamadas Redes Sociales, con Twitter y Facebook a la cabeza, suponen una nueva ágora para intercambiar ideas, informaciones y opiniones, a la vez que sientan las bases para generar nuevas relaciones interpersonales. Las Redes Sociales, cuando se utilizan de una forma éticamente correcta, con respeto y con el objetivo de la búsqueda de la verdad, favorecen una verdadera comunicación entre las personas.
Este nuevo paradigma de la comunicación ha supuesto un cambio en las formas y estilos de interacción. Hemos pasado del «tú a tú» personal a la comunicación virtual, a la sobredosis informativa en medios digitales y la sobreexposición personal en la Red,
«que a veces arrolla la voz de la razón», nos advierte el Santo Padre. Por ello, es necesario un firme compromiso de todos aquellos que son conscientes del valor del diálogo, del debate razonado, de la argumentación lógica.
Por otro lado, estos nuevos modelos de comunicación son una verdadera oportunidad para el anuncio de la fe. La Iglesia es consciente de que si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes.
«La capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que puedan alcanzar la mente y los corazones de todos», nos dice Benedicto XVI en el mensaje de la Jornada. Porque las redes sociales pueden ser un perfecto cauce para compartir nuestra fe, con respeto y sensibilidad, respondiendo a las preguntas del ser humano sobre el amor, la verdad y el significado de la vida. Incluso pueden abrir las puertas a otras dimensiones de
la fe, ya que
«tratando de hacer presente el Evangelio en el ambiente digital, podemos invitar a las personas a vivir encuentros de oración o celebraciones litúrgicas concretas». Por ello, podemos afirmar que estos nuevos espacios digitales constituyen una excelente oportunidad para promover la Nueva Evangelización. Se trata de un continente en que la Iglesia debe estar presente y donde los creyentes, si quieren resultar auténticos en su presencia, tendrán que intentar compartir con los otros la fuente más profunda de su alegría y su esperanza, Jesucristo. El foro creado por las redes sociales, nos permite compartir la verdad que el Señor ha transmitido a su Iglesia, escuchar a los demás, conocer sus intereses y preocupaciones, comprender quienes son y que buscan.
Es en este contexto, en el que las redes sociales, además de instrumento de evangelización, pueden ser un factor de desarrollo humano, además de ofrecer la posibilidad de compartir fácilmente los recursos espirituales y litúrgicos.
«Debe de haber coherencia y unidad en la expresión de nuestra fe y en nuestro testimonio del Evangelio dentro de la realidad en la que estamos llamados a vivir, tanto si se trata de la realidad física como de la digital. Ante los demás, estamos llamados a dar a conocer el amor de Dios, hasta los más remotos confines de la tierra», concluye Benedicto XVI.
No podemos olvidarnos tampoco de los periodistas, ya que en los momentos difíciles que vivimos nuestra sociedad necesita personas auténticas, que sean transmisores de esperanza, voz de los que no pueden o no saben cómo manifestar sus necesidades, voz de los que se sienten abandonados porque no se les escucha, la voz de quienes buscan un mundo más justo, más humano, más lleno de Dios.
Queridos diocesanos, necesitamos recordar una verdad fundamental de la comunicación: nuestro testimonio, es decir, nuestras acciones y nuestros modelos de comportamiento, es a menudo más elocuente que nuestras palabras y declaraciones para expresar quienes somos y en qué creemos. La implicación auténtica e interactiva con las cuestiones y las dudas de quienes están lejos de la fe nos debe hacer sentir la necesidad de alimentar con la oración y la reflexión nuestra fe en la presencia de Dios.
+ Jesús, Obispo de Ávila