Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos:
Aunque ya han pasado varios días, no quiero dejar de comunicaros que el pasado día 10 de abril, miércoles, tuve la oportunidad de poder estar con el papa Francisco. Para mí fue una gran alegría el que al coincidir con un viaje que tenía previsto a Roma en el mes de abril tuviera la oportunidad de concelebrar con el Papa a las siete de la mañana en la capilla de la casa de Santa Marta en el Vaticano.
Como ya os comenté en otra carta con motivo de su elección, he tenido la oportunidad de tratar al cardenal Bergoglio durante el tiempo que estuve en Roma trabajando en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. También en alguna ocasión he gozado de su hospitalidad cuando era cardenal de Buenos Aires.
Antes y después de la Misa que concelebré con él hablamos de la realidad de nuestra Diócesis de Tarazona y le pedí una bendición especial para ella; él con mucho gusto me dijo que bendecía a toda la diócesis y todos los trabajos que realicemos en ella. Me pidió especialmente que rezáramos por él ya que necesitaba la oración de todos para poder ejercer su ministerio.
Posteriormente participé también en la audiencia general que se celebró en la plaza de S. Pedro y, tras ella, nuevamente tuve la oportunidad de saludar al Santo Padre. En su saludo reiteró que rezáramos por él. Creo que debemos todos responder a esta petición que el papa Francisco nos hace con tanta insistencia.
Las palabras que nos dirigió el Papa en su catequesis de la audiencia general de ese miércoles, bien pueden servirnos en este tiempo de Pascua que seguimos celebrando y que nos invita a renovar nuestra fe: «Haber resucitado con Cristo mediante el Bautismo, con el don de la fe, para una herencia que no se corrompe, nos lleve a buscar mayormente las cosas de Dios, a pensar más en Él, a orarle más. Ser cristianos no se reduce a seguir los mandamientos, sino que quiere decir ser en Cristo, pensar como Él, actuar como Él, amar como Él; es dejar que Él tome posesión de nuestra vida y la cambie, la transforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado».
Por ello cuando nuestro vivir es un vivir en su amor, necesariamente de nosotros nace el testimonio de nuestro amor y nuestra esperanza, que es algo fundamental de nuestra vida cristiana como nos decía también el Papa: «A quien nos pida razón de la esperanza que está en nosotros (cf. 1 P 3, 15), indiquemos al Cristo resucitado. Indiquémoslo con el anuncio de la Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de resucitados. Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da el vivir en Cristo, que es la verdadera libertad, la que nos salva de la esclavitud del mal, del pecado, de la muerte. Miremos a la Patria celestial: tendremos una nueva luz también en nuestro compromiso y en nuestras fatigas cotidianas. Es un valioso servicio que debemos dar a este mundo nuestro, que a menudo no logra ya elevar la mirada hacia lo alto, no logra ya elevar la mirada hacia Dios».
A todos os deseo que prosigamos profundizando en este tiempo de Pascua en el encuentro con Cristo resucitado que llena nuestra vida de alegría, gozo y paz y que nos lanza a transmitir su amor a todos los hermanos.
Con todo mi afecto os saludo y os bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona