Mons. Antonio Algora Celebramos mañana la Solemnidad de la Anunciación del Señor. Que nadie se alarme no hemos corregido el calendario, es que el día 25 de marzo cayó en el lunes de la Semana Santa y la Madre Iglesia ha trasladado la Solemnidad al primer día hábil pasada la Semana de Pascua. Sobre esta Solemnidad litúrgica nos dice el elogio del Martirologio Romano que: «Llegada la plenitud de los tiempos, el que, desde antes de los siglos, era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María la Virgen, y se hizo hombre».
Es momento para recordar, a cincuenta años de su celebración, las palabras del Concilio Vaticano II con las que comienza su reflexión pastoral en la Constitución Gaudium et spes: «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia».
Efectivamente, porque Jesucristo se hace hombre en el vientre de la Santísima Virgentodo lo verdaderamente humano tiene eco en el corazón de los cristianos. Es ocasión de dar gracias a Dios por esta sensibilidad en cuantos a lo largo de la pasada Cuaresma habéis colaborado a sostener las casas de los transeúntes y la de Siloé para las víctimas –muchas de ellas terminales– de su adicción a la droga. Aunque no llegamos todavía a cubrir el presupuesto en su totalidad, ha sido importante la acogida de esta campaña cuaresmal.
Nuestra Iglesia, la que formamos los católicos que vivimos en la provincia de Ciudad Real, estamos demostrando una gran generosidad para con los más desfavorecidos y empobrecidos de nuestra sociedad. La atención en las acogidas parroquiales de Cáritas son la prueba más evidente de ese sentir verdaderamente humano con todos los que sufrían antes de la crisis y que ahora padecen momentos de auténtica angustia por no poder dar de comer a los pequeños de la casa. Y sobre esa acción de choque con los que viven en el barrio todavía nos atrevemos con la Campaña que llamamos del Signo solidario para transeúntes y drogodependientes. Sí, son muchas las pruebas que estamos dando los católicos de ser coherentes con nuestra fe y traducir en obras nuestro Credo.
La solemnidad de la Anunciación nos está reclamando un cariño especial a todo loverdaderamente humano porque es donde nos encontramos con el Señor Resucitado…, ya sabéis «tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me disteis…». Nuestros servicios sociales no son una obligación legal como la que tienen las administraciones públicas, es una obligación moral de los que queremos amar a Jesucristo y nos lo encontramos donde Él quiere ser amado. Nuestra limosna es una acción sagrada pues es devolver a Dios los dineros que previamente Él nos ha dado porque está con nosotros. «Descálzate Moisés porque estás pisando tierra sagrada» es la tierra sagrada del dolor del Pueblo de Israel que sufre bajo la opresión y la dura esclavitud que les imponen los egipcios. Verdaderamente humano es el acto religioso de amar a los más pequeños es toda una espiritualidad para tiempos de crisis.
Vuestro obispo,
+ Antonio Algora
Obispo de Ciudad Real