Mons. Eusebio Hernández Queridos hermanos y amigos:
El pasado día 13 recibíamos con sorpresa el anuncio al mundo, por parte del cardenal protodiácono, de la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires en Argentina, como sucesor de Pedro y obispo de la sede romana.
Tras un corto Cónclave el Señor nos concedía nuevamente un Papa que conduzca a su Iglesia. Sabemos desde la fe que es el Papa que necesita nuestro tiempo y que con la asistencia del Espíritu Santo guiará la nave de la Iglesia con amor y sabiduría.
Ha elegido para su ministerio petrino el nombre de Francisco, en recuerdo del santo de Asís que es un modelo para todos los creyentes del seguimiento de Cristo en la humildad, la simplicidad, la fidelidad y la búsqueda de la paz.
Para mí ha sido una grata sorpresa ya que, durante mi trabajo en la Congregación para los institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, he tenido muchas oportunidades de tratar con él ya sea en Roma o en algunos de mis viajes a Buenos Aires. Tuvo el detalle, que nunca olvidaré, de venir a felicitarme a la Congregación cuando me nombraron obispo de Tarazona, coincidiendo que él estaba en Roma en una reunión de cardenales.
El papa Francisco es un hombre espiritual, sencillo, humilde, cercano y al mismo tiempo muy inteligente y valiente para afrontar los problemas y desafíos que tiene planteados la Iglesia.
Quisiera comentar con vosotros los primeros gestos que hemos visto en nuestro Santo Padre. En primer lugar fue impresionante el humilde gesto de pedir, antes de dar su primera bendición, la oración del pueblo por quien va a ser su pastor. ¡Qué importante es la oración del pueblo por el Papa y también por sus pastores! Cuando un cristiano reza por ellos se está implicando de una manera muy especial en lo que es la misión común de todos de transmitir a Jesucristo. En nombre de todos los cristianos de la diócesis quiero asegurar al Santo Padre nuestra oración confiada y constante por su persona y su ministerio. Y así lo he hecho con una carta.
El segundo gesto fue el de acudir a María a primeras horas del día 14, para confiarle a Ella su vida y su ministerio. En la basílica de Santa María la Mayor de Roma se venera un antiguo icono de la Virgen llamado Salus Populi Romani -Salud del Pueblo Romano- considerada como la patrona de la ciudad y a la que tantas veces acuden los romanos para implorar su protección. Desde el papado de Pío V todos los pontífices han manifestado una gran veneración por el icono mariano. Pidamos a María que no falte su intercesión por quien ha sido llamado por el Señor para suceder al Príncipe de los Apóstoles.
Finalmente, han sido también sencillas pero profundas y programáticas sus palabras en la homilía de su misa en la capilla Sixtina junto a los cardenales. Tres ideas que nos trasmite como misión y que a todos nos corresponde: Estamos llamados a colaborar con él para caminar, edificar y confesar:
Caminar: Esto es lo primero que Dios le dijo a Abraham: Camina en mi presencia y sé irreprochable. Nuestra vida es un camino y cuando nos detenemos, la cosa no va. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, buscando vivir con esa perfección que Dios, en su promesa, le pedía a Abraham.
Edificar: Edificar la Iglesia. Se habla de piedras, las piedras tienen consistencia; pero las piedras vivas, piedras impregnadas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, sobre esa piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.
Confesar: Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG asistencialista, pero no en la Iglesia, esposa del Señor.
Emprendamos pues con ilusión y alegría lo que nos propone el papa Francisco. El Papa nos invita a la esperanza cristiana y por lo tanto, a no caer en el pesimismo.
Quiero terminar con la invitación que tantas veces hemos escuchado: Oremos por nuestro Pontífice Francisco, que el Señor le conserve y le dé vida, le haga dichoso en la tierra y no le entregue a la voluntad de sus enemigos .
Con todo afecto os bendigo y os deseo una fructífera celebración de esta semana Santa.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona