Mons. Amadeo Rodríguez Queridos diocesanos:
A partir del miércoles se produce una novedad en nuestra experiencia cristiana: entramos en la cuaresma y eso significa que orientamos nuestra mirada hacia el misterio pascual, hacia la muerte y resurrección de Jesucristo. Lo hacemos porque es un misterio de salvación que sucede a favor de todos nosotros, lo que significa que nos afecta personalmente. Todo, en efecto, es por nosotros y para nosotros, los seres humanos, que nos llega como un gesto maravilloso y definitivo del amor de Dios. Por Jesucristo muerto y resucitado llevamos en nuestra vida, nada más y nada menos, que la vida eterna.
Pues bien, eso que es tan importante y definitivo para nosotros accedemos por la fe. “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.” Por la fe en Cristo Jesús, nuestra vida se abre a un maravilloso don de la gracia divina que nos orienta hasta horizontes infinitos y eleva nuestra identidad humana hasta los niveles de Dios. Nada sucede, sin embargo, sin nosotros mismos: nuestra libertad y docilidad a la acción de Dios ha de ponerse en disposición de que suceda de verdad en nuestra vida el acontecimiento de la fe.
La cuaresma es el tiempo en el que se nos invita a ponernos a disposición de la gracia del Señor para que nuestra vida se prepare para el acontecimiento pascual. Nos propone la meditación más asidua de la Palabra de Dios, la penitencia, el dominio de nuestras pasiones y la práctica dela caridad. Esteaño de 2013 la cuaresma es el tiempo fuerte del Año dela fe. Loque vamos haciendo día a día en este año de gracia al que hemos sido todos invitados porla Santa MadreIglesia, ahora lo hemos de intensificar para “reanimar, purificar, confirmar y confesar la fe” (Pf 4). El Santo Padre nos ha invitado especialmente a vivir la cuaresma desde la caridad con este lema: “Creer en la caridad suscita la caridad”. De ese modo nos recuerda que la fe, que es el encuentro con Dios en Jesucristo, ha de suscitar en nosotros amor y apertura a los hermanos. Ver a Jesucristo en el hermano es la expresión más creíble de nuestra fe, es un verdadero reflejo de un corazón creyente, pues es un corazón que ve el rostro de Cristo en el rostro necesitado de los demás.
La experiencia de la fe que actúa por el amor ha de pasar por nuestra vida y se ha de convertir en un modo de ser y de vivir. Por ser la cuaresma un tiempo de conversión para vivir en el Evangelio, nuestra vida ha de quedar marcada por un estilo nuevo, el que el amor de Dios ha venido a ofrecernos por la vida y el ministerio de Jesucristo. Día a día la Iglesia nos va a acompañar con su Palabra y nos ofrecerá los dones de Dios que nos enriquecen para que nuestro modo de ser y de vivir, quizás dañado por el paso del tiempo, se restaure de nuevo en cada uno de nosotros y, por cada uno de nosotros, se restaure también la sociedad en la raíz de sus problemas.
Esta cuaresma va a estar marcada por una profunda crisis económica y social, que está creando una situación de desánimo y profunda preocupación entre nosotros. Yo mismo lo estoy pudiendo comprobar en la visita pastoral que estoy haciendo a las parroquias del Arciprestazgo del Navalmoral de la Mata. Algunasde las personas con las que me reúno, y que piensan que tengo algún poder para hacerlo, me piden que haga algo ante los responsables políticos y sociales para que busquen soluciones a los problemas de la gente, que puedo asegurar que son cada vez más acuciantes y graves, y me piden también que me ocupe de los problemas morales, sobre todo de la corrupción, que, por cierto, tanto malestar y desánimo está produciendo entre los españoles. Como dice Benedicto XVI: “A veces, se tiene la sensación –ante ciertos acontecimientos de los que recibimos noticias cada día– de que el mundo no se encamina hacia la construcción de una comunidad más fraterna y pacífica, las mismas ideas de progreso y bienestar muestran también sus sombras.” (Audiencia General, 24 de octubre de 2012).
Pues bien, yo no tengo ese poder que me suponen, pero el Señor sí que lo tiene. Por eso invito a que le dejen hacer, porque respetando a Dios sí que se puede regenerar la vida social, pues sólo Él es la fuente dela decencia. Lacuaresma es el tiempo que nos puede llevar a la regeneración de la vida personal y social. Cada uno de nosotros hemos de convencernos de que es mucho lo que podemos hacer por cambiar el estado de las cosas; por darle otra orientación al modo de relacionarnos en nuestro mundo. La solución está en la vuelta a Dios, está en vivir en Jesucristo, salvación para el hombre y dignidad para todos los seres humanos. Hasta las “todopoderosas” leyes económicas, políticas y sociales pueden regenerarse si se plasma en ellas la verdad del misterio de Dios, que es la verdad de la vida del hombre.
La practica cuaresmal del ayuno, la penitencia, la limosna, cuando se alimentan por una fe que pasa por la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos, son un buen camino para que cada cual, además de encontrarse personalmente con Dios, sea hermano de su hermano, buen samaritano que se acerca a los problemas humanos para sanar sus heridas, las de las personas y las de los colectivos.
Os deseo una santa cuaresma.
+Amadeo Rodríguez Magro,
Obispo de Plasencia.