Mons. Luis Quinteiro Fiuza Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Como viene siendo habitual según una ya arraigada tradición, en la segunda semana de febrero nos disponemos a realizar con Manos Unidas la “Campaña contra el hambre”. Con dicha campaña, Manos Unidas se propone dos objetivos fundamentales. Por un lado, nos invita a interesamos mediante una reflexión detenida y serena por algunos de los males que afectan gravemente a nuestra sociedad. Por otro, para que no nos quedemos en la sola reflexión nos insta a que, movidos por el amor a nuestros hermanos y según el principio de la comunión cristiana de bienes, hagamos una colecta en nuestras parroquias, colegios y demás instituciones diocesanas. De este modo, se consigue llevar a cabo proyectos concretos de lucha contra la pobreza.
Manos Unidas ofrece la mano a las personas que se han quedado a la orilla del camino o que sufren la discriminación de modo inimaginable. Lucha para que el progreso de los hombres se corresponda con su propia dignidad y no deja de trabajar en busca de la igualdad entre hombres y mujeres en los países más desfavorecidos. Con el desarrollo de proyectos y fomento de la educación intenta atajar los males propios de una sociedad global en crisis de valores.
El comprometerse en la lucha por la justicia es una verdadera exigencia moral para el cristiano. Es cierto que la Iglesia como institución no ha recibido la misión de ofrecer al mundo un proyecto determinado de vida social, política o económica, pero no es menos importante la llamada que el Mensaje Evangélico proclama y que encierra unas fuerzas que necesariamente deben encarnarse en la vida concreta de los hombres de cada tiempo y sociedad. Los cristianos tenemos motivos especiales para la esperanza, sabiendo que desde la Encarnación del Verbo, Dios comparte nuestra vida, convirtiendo la historia de pecado en historia de salvación. Recordemos además que si bien nosotros tenemosunas motivaciones especiales y un horizonte propio, podemos y debemos unirnos a todos los hombres de buena voluntad que luchan en el mundo por construir una sociedad más justa, solidaria y fraternal.
Manos Unidas esta enrolada con un claro compromiso que en este curso nos propone sea el de todos y cada uno de nosotros. Con el lema “No hay justicia sin igualdad”, busca fomentar la capacitación de las mujeres a fin de que puedan superar las desigualdades estructurales y favorecer que tanto ellas como los hombres, participen en las acciones encaminadas a su crecimiento personal, el de sus familias y el de sus comunidades.
Que Nuestra Señora de la Franqueira, cuyo Año Jubilar estamos celebrando y que es Madre de todos, nos mueva a actuar a favor
de los hermanos y hermanas más necesitados.
Vuestro, afmo. en Jesucristo,
+Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo