Mons. Alfonso Milián Este año “Con los niños de Europa…acogemos a Jesús”, tal como reza el lema de la Infancia Misionera que hoy celebramos. En los años anteriores acogimos a Jesús con los niños de otros continentes. Es la invitación que la Iglesia hace a los pequeños para continuar acogiendo a los niños de todo el mundo como lo hizo Jesús. Esta jornada de la Infancia Misionera nació en Nancy (Francia) hace 170 años con el fin de que «los
niños ayuden a los niños».
En los días previos a la Navidad, todos los años aparece un nutrido grupo de
niños poniendo una pequeña estrella en la solapa del abrigo de la gente que anda por las calles de Barbastro, y de las personas que viven en las cuatro residencias de ancianos.
Son los sembradores de estrellas, que se sienten felices haciendo felices a los demás y anunciando que viene Jesús y que hemos de ser buenos, como Él, con todos. Hoy la colecta que se realiza en el momento del ofertorio de la Eucaristía se destinará a ayudar a los niños más necesitados del mundo que, como todos sabéis, suman varios millones y viven en situaciones verdaderamente lamentables. Os invito, niños, a participar con
vuestros ahorros, privándoos de algún capricho para que otros tengan algo que necesitan.
Quiero también recordaros que el próximo día 2 de febrero, fiesta de la
Presentación del Señor en el templo y Purificación de Nuestra Señora, la que
tradicionalmente conocemos como fiesta de «la Candelera», la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada. En ella os pido que tengáis presentes, en vuestra oración y afecto, a todos los religiosos y religiosas, especialmente los de nuestra Diócesis, que han consagrado su vida íntegramente a Dios y a los hermanos.
La Presentación de Jesús en el templo, que hacen José y María, constituye un
icono elocuente de la entrega total de su propia vida, que han hecho los religiosos y religiosas al formular sus votos. Ellos están llamados a reproducir en la Iglesia y en el mundo, mediante los consejos evangélicos, los rasgos característicos de Jesús virgen, pobre y obediente. A los consagrados y consagradas se les ha concedido manifestar la primacía de Dios, la pasión por el Evangelio practicado como forma de vida y anunciado a los pobres.
No importa la edad para reconocer a Dios y mostrar su primacía.
Contemplemos a los ancianos Simeón y Ana, atentos a la llegada de Jesús en brazos de su madre María.
Solamente ellos se dan cuenta de que aquel niño es el Mesías del Señor.
Simeón lo toma en brazos, bendice a Dios y lo muestra al mundo. Una figura enternecedora.
Para mostrar a Dios hay que cogerlo en brazos, hay que besarlo. Desde esa
entrañable y gozosa experiencia hablaremos de Él con fuego en el corazón
Gracias, queridos religiosos y religiosas, que gastáis vuestra vida sirviendo
generosamente a distintos grupos en nuestra Diócesis. Gracias por vuestra entrega y por vuestro testimonio. Mostrad a Dios con vuestra palabra y con vuestra vida.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón