Mons. Juan José Omella Teniendo en cuenta lo escrito anteriormente, os pido que:
– Sigamos potenciando seriamente las estructuras y el funcionamiento de Cáritas en toda la Diócesis. La presencia del servicio de la caridad (la diakonia) de manera organizada en todas las parroquias es una exigencia de buen servicio a los pobres de nuestra sociedad. También lo es el ser cuidadosos y preparar bien las campañas de Cáritas, no olvidar las dos colectas obligatorias. El actuar coordinadamente, tener una organización que funcione bien y sobre todo equipos de personas que estén cercanos y sensibles a los problemas, y como Jesús, el buen Samaritano, sepan en su discreción sembrar confianza, apoyo, esperanza y las ayudas concretas que se vean urgentes, es lo que posibilita que en los momentos de especial dificultad, como el actual, podamos dar respuestas oportunas y significativas a las necesidades de los últimos de la sociedad.
– Sigamos colaborando en el Fondo de Solidaridad. En los tres años que lleva funcionando se ha recaudado 292.949’06 euros y se ha atendido a 155 familias sin recurso alguno. Sé que es una gota en el océano de la pobreza, pero es una gota que ha dado ánimo y esperanza a esas familias tan necesitadas. Propongo y os pido a todos, sacerdotes, congregaciones y organismos religiosos, colegios católicos, parroquias, movimientos, grupos apostólicos, hombres y mujeres de buena voluntad, que en estas fechas cercanas y entrañables de la Navidad, pero también a lo largo del año, tomemos el compromiso de seguir colaborando con el Fondo de Solidaridad entregando el 10% del sueldo y ¿por qué no la paga extraordinaria de diciembre? No olvidemos que Dios no se deja ganar en generosidad. La viuda de Sarepta dio al profeta Elías generosamente el último pan que le quedaba, y Dios la premió no faltándole harina en su orza ni aceite en su alcuza hasta que el Señor concedió la lluvia sobre la tierra (1R 17,7-16). Dios nos concederá el gozo inmenso de saber que ha sido a Él a quien hemos encontrado en la ayuda prestada al pobre: “lo que habéis hecho con cada uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).
– Sé de vuestra gran generosidad que se hace visible con motivo de tantas colectas a favor de Cáritas, Manos Unidas, Misiones, Proyecto Hombre etc., etc. Mostremos así nuestra fe a través de nuestra caridad, ya que la fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y la caridad se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor, el rostro del Señor resucitado.
Que Nuestra Señora de la Caridad, madre de todos los pobres y afligidos, y santo Domingo de la Calzada, apóstol de la caridad en nuestras tierras, nos sirvan de ejemplo y estímulo en esta tarea.
Con mi afecto y bendición,
+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño